La generación israelí crecida al son del iPod, escuchando música en mp3 pegada a las orejas, corre el serio riesgo de perder la audición de forma precoz, alertaron investigadores de la Universidad de Tel Aviv.
Un adolescente israelí de cada cuatro sufre la amenaza de una pérdida precoz de la audición, agregaron los autores del estudio, publicado en el International Journal of Audiology. La tecnología actual, a diferencia de los viejos "walk-man" de los años 80, permite escuchar música a altos volúmenes durante muchas horas continuadas.
Los científicos fueron claros: "Dentro de 10 ó 20 años será tarde para darse cuenta de que toda una generación sufre problemas precoces de audición, mucho antes de envejecer", dijo Java Muchnik, del departamento que estudia los desórdenes de la comunicación. Muchnik realizó el estudio sobre los hábitos de escucha musical en adolescentes y sus preferencias de volumen junto con sus colegas Ricky Kaplan-Neeman, Noam Amir y Ester Shabtai.
La pérdida de audición provocada por una exposición continua a ruidos fuertes es un proceso lento y progresivo. Quienes usan lectores de mp3, sin embargo, podrían descubrir que sus oídos comienzan a deteriorarse ya en torno a los 30 ó 40 años. Las conclusiones surgen de un estudio realizado entre 289 adolescentes israelíes de entre 13 y 17 años. A los jóvenes se les pidió describir sus costumbres en materia de música y, en una segunda fase de la investigación, se realizaron mediciones de los niveles de escucha declarados sobre 74 adolescentes, tanto en ambientes silenciosos como ruidosos.
Los niveles de volumen medido fueron utilizados para calcular el potencial riesgo para el oído. Sí surgió que el 80 por ciento de los adolescentes usa regularmente los lectores de mp3: entre estos, el 21 por ciento escucha de una a cuatro horas de música por día y el 8 por ciento lo hace más de cuatro horas consecutivas. A partir de estos datos, los científicos llegaron a la conclusión de que un cuarto de los participantes están en riesgo grave de pérdida del oído.
Uno de los remedios que sugieren los investigadores es solicitar a los productores de aparatos electrónicos que limiten a 100 decibeles la capacidad de los reproductores de música, en tanto que algunos llegan a los 129 decibeles.