Un palestino homosexual de 30 años, que desde hace una década reside ilegalmente en Israel y corre el riesgo de ser expulsado del país, solicitó a la Corte Suprema que le conceda el asilo por temor a ser asesinado si regresa a Cisjordania por su orientación sexual.
El palestino, un musulmán originario de Nablus (en el norte de Cisjordania) recurrió a la Corte Suprema después de que el ministerio de Interior israelí rechazase su solicitud para obtener la residencia legal.
El rechazo de su petición le dejó en una situación de irregularidad y bajo el riesgo de ser deportado al territorio palestino en cualquier momento.
El solicitante alegó que vive su homosexualidad de forma abierta, que esta es conocida en el territorio palestino, donde fue difundida incluso por los medios de información.
Aseguró que si fuese deportado allí su vida correría peligro y afirmó que fue arrestado y golpeado en el pasado por la Policía palestina por ser gay.
También relató la ruptura de sus lazos familiares, tras ser desheredado y expulsado de Nablus por sus padres, que consideran su homosexualidad una mancha al honor familiar, y alegó que tiene una relación formal desde hace una década con un israelí economista de 49 años con el que convive y tiene firmado un acuerdo de convivencia.
La homosexualidad es ampliamente condenada en la sociedad palestina, en la que el honor de la familia es un rasgo que vertebra en gran medida las relaciones sociales.
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