El dramático suicidio de un reputado médico tras acabar con la vida de su hija enferma terminal reabrió el debate sobre la eutanasia en Israel, donde está penada con cárcel y la religión tiene aún un enorme peso.
Keren Shtalrid (34) iba a comenzar el tratamiento de cuidados paliativos esta misma semana. Llevaba tres años combatiendo el cáncer que padecía, una batalla que había perdido y que le ocasionaba espantosos dolores.
«No estoy preparada para una vida de sufrimiento», reza una misiva que ella misma escribió y que publicó el diario «Maariv».
Su padre, el doctor Mordejai Shtalrid, director del Instituto de Hematología del Hospital Kaplan, en la ciudad de Rehovot - al sur de Tel Aviv -, le practicó la eutanasia y luego se suicidó.
La Policía encontró los dos cuerpos sin vida en el domicilio familiar en el moshav Nir Israel, próximo a la ciudad de Ashkelón. El progenitor dejó una nota en la que escribió que Keren le había pedido en varias ocasiones que acabara con su sufrimiento.
«Se trata de un caso trágico y doloroso. A juzgar por la investigación inicial, la hija pidió al padre que acabara con su vida debido a su estado de salud y éste accedió y luego se quitó la vida«, refirió el comisario jefe de la Policía encargada del caso, Moti Schiff.
Los investigadores creen que Shtalrid tomó la decisión a raíz de los dolores que sufría su hija y, para ello, le inyectó una sustancia letal. Después, se lesionó con un cuchillo y se ahorcó.
En caso de seguir vivo, el hematólogo habría sido condenado a prisión por asesinato y su dramática muerte reabrió el debate sobre una cuestión que de tanto en tanto vuelve al candelero en Israel.
La última vez fue a mediados de 2011, cuando el conocido periodista y locutor de la radio del Ejército israelí, «Galei Tzáhal», Adi Talmor, decidió acabar con su vida a la edad de 58 años después de ser diagnosticado con cáncer terminal de pulmón.
Además de constituir delito, las prácticas eutanásicas cuentan con una fuerte oposición por parte de los sectores ultraortodoxos porque contravienen la «Halajá» (ley rabínica), según la cual sólo Dios da y quita la vida.
Esas razones llevaron a Talmor a viajar a Suiza para poner fin a su agonía mediante un procedimiento legal en ese país, el suicidio asistido. «En Israel, la eutanasia no sólo está mal considerada porque viola la ley judía, sino que tenemos un trauma por el Holocausto», explicó Bina Divón, directora de la organización Lilaj (acrónimo hebreo de «vive y muere con dignidad»), que promueve los cuidados paliativos en pacientes que no desean prolongar sus vidas.
Pero más allá del debate ético, los que realizan la eutanasia en Israel se enfrentan a cargos criminales y el temor es que en los casos más desesperados se convierta en la drástica alternativa ante la falta de recursos que impiden la correcta aplicación de directivas sobre tratamientos en los últimos momentos de la persona.
El ministerio de Salud, hoy en manos de ultraortodoxos, aprobó hace tres años una directriz que establecía un sistema nacional de servicios paliativos, si bien los recortes presupuestarios y la falta de conocimiento por parte de los profesionales retrasaron su implementación.
«Hoy en día una ley de 2005 permite no renovar aquellos tratamientos cíclicos en pacientes terminales a los que les restan al menos seis meses de vida, pero no hay posibilidad de interrumpir los que ya están en pie», lamenta Divón.
El profesor Pesaj Shvartzman, del departamento de salud comunitaria de la Universidad Ben Gurión del Negev, quien participó en la elaboración de la legislación, subrayó que ésta no tiene en cuenta a los pacientes con cáncer, sólo aquellos con enfermedades degenerativas.
«Los cuidados paliativos en Israel son relativamente nuevos y no siempre hay unidades especializadas en los hospitales, por lo que la gente puede llegar a pensar que la eutanasia es la única solución», lamentó.
No sólo las restricciones de la propia legislación dejaron a muchos enfermos sin esperanza, sino que el ministerio de Salud apenas aprobó la mitad de las 4.000 solicitudes de israelíes que pidieron el amparo de la ley si se convierten en terminales y desean morir.
Lilaj impulsa una iniciativa para ampliar la legislación actual y equipararla a la del Estado de Oregón, en EE.UU, donde el médico puede recetar al paciente terminal fármacos para la eutanasia, propuesta que quedó en suspenso debido al receso parlamentario en Israel previo a las elecciones del 22 de enero.
«Si habría una ley como en Oregón, el caso de los Shtalrid nunca se hubiera producido", sentenció Divón.
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