El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, solicitó al presidente del Parlamento, Reuvén Rivlin, llevar a cabo una reunión del plenario para tratar el problema del Canal 10 y ver las posibilidades de que pueda seguir transmitiendo.
La dirección del canal ya había decidido despedir a 500 integrantes de su personal y cesar sus actividades a fin de año, a menos que alguna disposición sea adoptada en ese lapso para salvar la empresa, informó la prensa local.
En una reciente reunión, la dirección accedió a un pedido formulado por el director del gabinete de Netanyahu, Harel Locker, y postergó por 48 horas el envío de las cartas de despido a todo el personal.
Locker había pedido a la dirección del Canal 10 que suspendiera temporalmente su decisión para que el presidente del Parlamento, Reuvén Rivlin, pudiese eventualmente permitir que la cámara examine el asunto.
La cadena, creada hace 10 años y una de las dos únicas redes comerciales del país, debe al Estado el equivalente a unos 18 millones de dólares y, además, su licencia expira al fin de este año.
La empresa había pedido un escalonamiento de su deuda en varios años, pero una comisión parlamentaria rechazó la propuesta.
Para el director del Canal 10, Yossi Warchawski, «se trata de una forma de venganza» por parte de Netanyahu, que acusó a la red de difamación a raíz de un reportaje en el cual sostenía que el mandatario había usado dinero privado en sus viajes al exterior.
Para la analista Anat Saragousti, «las alusiones a una venganza política son sólo una cortina de humo para esconder una mala gestión de cuentas».
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