Los medios de comunicación israelíes experimentan cambios importantes en los últimos años. Crecientes tensiones económicas aumentaron la competencia entre ellos que luchan por una participación en los ingresos por publicidad.
Sin embargo, debido a que el mercado donde operan es relativamente pequeño muchos están experimentando serios problemas financieros. Esto incluye al diario «Maariv», que fue vendido recientemente a un editor muy cercano al oficialismo.
Como resultado, se espera que muchos de los trabajadores del periódico pierdan su puesto de trabajo. Un destino similar puede caer sobre los empleados del Canal 10 y el diario «Haaretz», que también incurren en grandes pérdidas.
Los problemas financieros tienen el potencial de disminuir la independencia de los periodistas, que pueden estar menos dispuestos a desafiar los deseos de sus editores o directores que, a su vez, deben rendir cuentas a los propietarios de los medios.
«Lo que causa esta tendencia en Israel no es la identificación ideológica, una adopción desenfadada y valiente de una agenda social o un compromiso a largo plazo con una visión política del mundo. Lo que da forma a este proceso es la competitividad, las consideraciones financieras y el prestigio», afirmó Ilán Shajar, periodista de «Haaretz».
«El apoyo u oposición a un líder político, o a su partido, no son decisiones tomadas sobre la base de una visión del mundo o evaluaciones sobre si el líder está bien. Estas son opciones a menudo motivadas por consideraciones competitivas y a veces por una intrincada red de conexiones comerciales, y propiedades transversales en medios y empresas», agregó.
«El deseo de mantener un gran número de espectadores, oyentes o lectores aumentó la importancia de los ratings y el motivo de los medios de no informar asuntos que puedan disminuir su audiencia», señaló Shajar.
«Esa carrera detrás del rating lleva a que la prensa israelí intente cada vez más reflejar lo que a la sociedad le gusta leer o ver: un país moral y poderoso que sólo actúa en defensa propia», afirmó.
«Esta es una razón por la que la cobertura del conflicto árabe-israelí en general es muy comprensiva con la narrativa del Gobierno», añadió.
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