El Zoológico Bíblico de Jerusalén no sólo protege a especies amenazadas contra el peligro de extinción. Es, además, un punto de encuentro para dos pueblos cuya historia suele distanciarlos.
«El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo Monte, dijo Dios», según el profeta Isaías, al prometer la creación de «nuevos cielos y nueva tierra». Así lo recoge la Biblia (Isaías; 65-25).
Aharón Shulov, un zoólogo de Jerusalén, se lo tomó en serio en 1940: metió a un lobo y un cordero juntos en el mismo recinto y esperó lo mejor. En vano: cada cierto tiempo, Shulov tenía que reemplazar al cordero.
No obstante, Shulov fundó un zoológico con todos los animales nombrados en la Biblia. Hasta hoy se le conoce popularmente como el «Zoológico Bíblico». La idea del entomólogo fue grandiosa: un zoológico sobre el Monte Scopus, en Jerusalén, que sirve a la vez para diversos fines.
Shulov quería acercar a la gente de la ciudad al conocimiento científico producido y transmitido en la universidad, así como dar vida a la Biblia con ayuda de los animales. Los jerosolimitanos se opusieron a la presencia de simios chillones en su vecindario. El zoológico tuvo que mudarse varias veces, pero sobrevivió a vecinos histéricos y debates encendidos.
El Zoológico Bíblico se encuentra ubicado ahora en el barrio de Malha. Muy cerca de allí se divisa el punto de control del paso a Cisjordania en dirección a Belén. Veinticinco hectáreas de terrazas cercadas, entre las rocas calizas y buena parte de la vegetación originaria de la región: raros fresnos sirios o pinos de Jerusalén, por ejemplo.
«El zoológico se dió a la tarea de proteger la flora y la fauna del país», señaló la bióloga Sigalit Herz, responsable de marketing desde 1998.
De las 130 especies mencionadas en la Biblia, muchas se habían extinguido ya en 1940. Entretanto, son más las especies desaparecidas. Otras muchas, como la tortuga del Negev, el gato del desierto y el gamo persa, sufren agudo peligro de extinción. El zoológico trata de recobrar o al menos mantener a especies autóctonas, como la nutria, de la que apenas quedan un centenar en Israel, pues necesitan agua para sobrevivir en un entorno cada vez más seco. En este caso, el zoológico se decidió por un método poco convencional: las capturan en su entorno natural y las llevan a sus predios para que se reproduzcan en condiciones óptimas.
Estas instalaciones son también un ejemplo por su funcionamiento bajo estrictas medidas ambientales. «Además de clasificar y separar la basura, reciclamos el agua, trabajamos con energía solar y compostamos nuestros desechos orgánicos», explicó Herz. «El zoológico se autofinancia con el cobro de entradas y donaciones. Por eso planificamos muy bien lo que hacemos», agregó la directora de marketing.
El método parece darl resultado. Muchos agricultores judíos donan el 10% de sus cosechas. «Recibimos frutas, granos y vegetales sin costo alguno», aclaró Herz. «La carne para los leones, por ejemplo, que consumen 15 kilos en dos días, se compra. Y toda la comida es kósher, de acuerdo con las reglas judías de alimentación», agregó.
El zoológico abre durante el shabat, un pequeño milagro en una ciudad como Jerusalén. Pero los judíos ortodoxos se conformaron con ello y pertenecen, de hecho, a los grupos más asiduos de visitantes. Tanto como los árabes, asegura Herz.
Las visitas guiadas se ofrecen en árabe y hebreo. Es un tributo a la misión educativa del centro y su dirección se lo toma muy en serio. La relación entre ambos grupos de visitantes no siempre es muy cálida. Pero los niños rompen las barreras, por ejemplo, mientras observan, impresionados, a los pingüinos o a los osos pardos sirios, y comparten sus comentarios con el pequeño parado a su lado.
También los empleados son árabes y judíos. «Tratamos de dejar fuera la política», aseguró Herz. La estrategia tiene sus resultados. «Ambos grupos se saben seguros, respetados y bienvenidos», subrayó la directora de marketing.
«Estaba marcado. Lo habíamos criado y dejado en libertad. No conocía fronteras», recalcó Herz.
Notas relacionadas:
A propósito de Jerusalén
Algunos puntos sobre Jerusalén
El mall de Jerusalén donde israelíes y palestinos compran juntos