«Con un amigo así no se necesita tener enemigos», Ese comentario define de forma clara la opinión que suscitó en las redes sociales Sara Netanyahu, la esposa del primer ministro israelí, quien acudió a la apertura de la Knéset (Parlemento) con un vestido negro ceñido y lleno de transparencias.
Y es que, si bien es cierto que la mujer, de 54 años y madre de dos hijos, eligió el mismo color que el resto de las presentes para esta cita - un negro formal -, no parece que pretendiera lanzar el mismo mensaje de sobriedad con la selección del traje.
Como cabía esperar, las atrevidas transparencias no pasaron desapercibidas entre algunos de los políticos más tradicionales y religiosos, que se quejaron abiertamente de la indumentaria de la señora Natanyahu una vez acabada la sesión.
A su vez, una de las más críticas con esta vestimenta fueron la web ultraortodoxa «Kikar Hashabat», en la cual se comentó que, a pesar de que «no hay ninguna ley en contra del mal gusto», Sara «hizo sentir vergüenza a los rabinos supremos presentes».
Además, y según recoge la página, algunos asistentes se atrevieron a destacar que no les resultaba «agradable caminar junto a una mujer vestida de esa manera».
Finalmente, el diario «Haaretz», que defendió a la mujer del primer ministro en funciones, Binyamín Netanyahu, hace unos meses, fue en este caso crítica con ella al considerar que esa vestimenta estaba fuera de contexto.
El titular del periódico no daba lugar a error: «¿En qué habrá pensado Sara para vestirse así?».
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