Miembros del Parlamento israelí que vieron la película «China Libre: El coraje de creer», un documental sobre dos ex prisioneros de conciencia en China comunista que practican Falun Gong, y escucharon experiencias personales de tortura en ese país, hicieron un llamamiento al régimen chino para que deje de sustraer órganos a prisioneros de conciencia.
La película fue exhibida en la primera sesión del Lobby Liberal de los Miembros de la Knéset, una coalición de miembros del Parlamento hebreo que analizan e intentan influir juntos en la política internacional.
Un practicante de Falun Gong, Lizhi He, participó en la sesión para dar su testimonio sobre las graves torturas que sufrió durante los casi cuatro años que estuvo en cárceles y campos de trabajo forzado en China.
«En los primeros siete meses de mi encarcelamiento, me hacían sentar inmóvil en mi celda todos los días sobre una tabla dura. Cualquier movimiento que hacía era motivo para que me golpearan», recordó, y agregó que su piel se pudría lentamente y se pegaba a su ropa.
«Ese invierno, me desnudaron y echaron agua helada sobre mi cuerpo por largos periodos de tiempo. Tenía dificultades para respirar y dificultades para seguir con vida».
El diputado Moshé Feiglin (Likud), director del Lobby Liberal, señaló que era probable que sólo 9 de los 120 miembros de la Knéset asistieran al evento debido a la severa presión política que hubo.
«Me gustaría felicitar a los miembros que no permitieron que las olas de coerción e intimidación originadas en China - usadas allí contra el pueblo y ahora infiltrándose en la Knéset - los intimiden. Muchos simplemente tuvieron miedo de venir», afirmó Feiglin.
«Nosotros, los participantes en esta convención, exigimos al gobierno chino que cese la sustracción de órganos, que respete la imagen de Dios que todos nosotros compartimos y que cese toda persecución y agresión a la gente debido a sus creencias».
Roy Bar-Ilán, portavoz del Centro de Información de Falun Dafa en Israel, dijo que ya no hay dudas sobre la brutal persecución contra Falun Gong y sobre la sustracción forzada de órganos en China. Bar-Ilán mencionó varias pruebas, destacando un informe elaborado por el abogado de derechos humanos David Matas, activista contra el antisemitismo y criminales nazis, y David Kilgour, ex ministro del gabinete canadiense y fiscal de la Corona.
El rabino Uri Sharki dijo que es inaceptable que Israel no esté a la par de otras naciones en cuanto a una política exterior basada en valores. «El poder de un país yace, ante todo, en su moralidad», añadió. «Si el gobierno no tiene una base moral podrá ser fuerte por un tiempo, pero al final se debilitará y habrá perdido su legitimidad».
El rabino Eliakim Levanón explicó que Israel debe tomar un papel principal en la prevención de esta estremecedora violación de derechos humanos y terrible corrupción.
«No se queden con los brazos cruzados cuando la vida de su vecino está en peligro», dijo citando la Torá. «Aquí vemos gente torturada hasta la muerte de una manera horrible y brutal… ¿cómo no ponernos de pie, levantar nuestras voces y evitar esto?».
Natán Sharansky, presidente de la Agencia Judía y ex prisionero de conciencia en la ex Unión Soviética, comentó que había obtenido su liberación después de que la gente considerara que los temas de derechos humanos deben ser parte de la política exterior.
«Sería un error quedarse callados cuando se trata de cuestiones como la terrible violación de los derechos de los prisioneros en China por temor a que afecte la posición internacional de Israel», dijo.
«Esto sólo puede fortalecer la posición de nuestro país y debilitar a nuestros enemigos, que están tratando de utilizar la bandera de los derechos humanos contra nosotros, si hablamos abiertamente de nuestros valores, no sólo en Israel, sino en todo el mundo», añadió Sharansky.
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