Soy también una mujer de fe, respetuosa de la fe, en cualquiera de sus formas si al ser humano le hace bien su creencia. Pero cuando la fe, se convierte en fanatismo y va en contra de la ciencia, me enojo profundamente. Las personas somos vulnerables. No hay mayor situación de vulnerabilidad en el hombre que en situación de enfermedad, y aun más ante eldiagnóstico de cáncer.
No salgo de mi asombro cuando escucho al gurú de moda decir que el cáncer se cura con la mente. Me gustaría que además de meditar por frondosos honorarios se viniera por los hospitales de oncología a curar cánceres. Lo invito al mío.
¿Qué es esa falacia de que si pienso como me dice un arte, no me enfermo? Honestamente, ¿alguien puede pensar que con la mente se pueden aquietar las variaciones moleculares de las células atípicas? Y lo que es más triste y perverso: hacer sentir al paciente responsable de su cáncer, otorgarle “la culpa de estar enfermo”.