No lo acepto, no lo concibo. Leí la nota de N, un nene de 12 años que tiene hambre, y sé que hay muchos otros como él. Simplemente no pensamos en eso, de ese modo creemos que no existen. Y cuando la realidad te golpea con una cachetada en la cara, como esta nota en que N cuenta que se va a dormir con la panza haciéndole ruido, tanto él como sus hermanos, que de vez en cuando se queda haciendo la tarea en la escuela porque en su casa no tiene un escritorio donde escribir, y a veces ni siquiera luz porque se la cortan. Que ahora ya ni la burla de algunos de sus compañeros lo afecta : “Che, pobre, anda buscar comida en el tacho de basura”
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