Silvina Chemen, Buenos Aires, Argentina
Parashat Noaj es una Parashá que me genera ciertos conflictos. Me imagino la escena: Un buen hombre conoce un secreto: va a ser destruido todo lo que vive sobre la faz de la tierra y él merece salvarse, junto con su mujer, sus tres hijos y sus nueras. Debe construir un arca –teivá– para refugiarse de las aguas y preservarse de la muerte. Durante años martilla, mide, serrucha, impermeabiliza su nave. Durante años muchos habrán pasado delante de su descomunal obra y la habrán preguntado sobre su propósito. Durante años, el texto bíblico no testimonia que Noaj haya pronunciado palabra.
Y así llega el día en el que hay que subirse a la embarcación. Prolijamente suben lo humanos y una pareja de cada especie animal existente sobre la tierra. Prolijamente el texto bíblico no testimonia acerca de ninguna persona que haya intentado subirse al arca. Casi, casi como si Noaj y su gente vivieran solos, en su propio proyecto... aunque el diluvio era respuesta a una situación de caos y corrupción de los hombres que habitaban la tierra.
Y llegó el día en el que uno a uno fueron subiendo los integrantes de la familia de Noaj y una pareja de cada especie animal existente. Tampoco el texto bíblico testimonia acerca de ninguna persona que haya intentado subirse con ellos, salvarse con ellos. Nada.
Y luego, el caos. El arca flota y desde la ventana Noaj y sus familiares habrán visto como sus vecinos, sus parientes, los humanos que tan poco se recuerdan en el texto van pereciendo ahogados, bajo las aguas de la inundación. ¿Qué habrán conversado entre ellos? ¿Cómo se habrán sentido? Silencio. El texto no habla de esto tampoco.