La lectura de la Torá en el servicio de Minjá de Iom Kipur es considerada como muy especial por su cercanía al punto culminante de la oración de Yom Kipur, poco antes de la oración final de cierre, la Neilá.
Esa lectura, referida al incesto y al abuso sexual intrafamiliar, se abre con la advertencia "Y el Eterno continuó hablando a Moisés, y dijo: “Habla a los hijos de Israel, y tienes que decirles: ‘Yo soy el Eterno el Dios de ustedes. De la manera como hace la tierra de Egipto, en la cual moraron, no deben hacer ustedes; y de la manera como hace la tierra de Canaán, en la cual voy a introducirlos, no deben hacer ustedes; y en los estatutos de ellos no deben andar. Mis decisiones judiciales deben poner por obra, y mis estatutos deben guardar de modo que anden en ellos. Yo soy el Eterno su Dios. Y tienen que guardar mis estatutos y mis decisiones judiciales, los cuales, si el hombre los hace, entonces tendrá que vivir por medio de ellos. Yo soy el Eterno". (Levítico 18, 1-5).
¿Por qué la persona debe cuidarse particularmente de todas las conductas que ve en otras culturas justamente de la transgresión del incesto? ¿Qué vieron nuestros sabios en este tema que decidieron leer estos versículos abiertamente frente a toda la comunidad justo en un espacio tan central y sagrado como Iom Kipur? ¿Por qué repasarlos justo cuando miles y miles de personas ayunan y sufren por sus pecados y tratan de arrepentirse?
Como sabemos, no se dictan leyes donde no hay amenaza de conducta desviada ni de delito. La severidad del castigo particularmente a esta prohibición de la Torá y el énfasis puesto por los sabios, parecen marcar que el fenómeno es de más alta frecuencia que lo que creemos generalmente y que nos animamos a reconocer.