"Aunque parezca que mis ojos despiden chispas de vida,
ya siempre miro hacia adentro, porque en silencio
converso con mi hija, con mi amiga"
Sofía Guterman, Mi amiga, mi hija
El monopolio del poder masculino durante siglos se constituyó como un círculo legitimante del poder: ser sacerdotes, reyes, talmudistas, guerreros, príncipes, emperadores era principalmente ser escritores. El poder político, religioso y militar no eran la exclusividad del deseo de poder de los hombres, sino que el juego era por el poder de la palabra, el poder de las letras, el poder de la escritura, el poder de la lectura.
Aquellos que podían manejar la palabra, manejaban la historia, por lo que legitimaban el presente. En definitiva, la historiografía hegemónica venía a esconder a las mujeres de la historia para normalizar su ideología. Por lo tanto, releer textos de época y pensar que las mujeres no existían, no puede ser menos que ingenuo. Releer los textos de época y pensar que los escritores eran hombres, es un poco más audaz y nos puede llevar a pensar acerca del rol de algunas mujeres de la historia.
El judaísmo nos presenta un caso paradigmático. Jánuca es la festividad del heroísmo, de la osadía judía y de la valentía de un pueblo. Los macabeos, que en el siglo II a. C., se rebelaron contra la decisión del reinado helenista de prohibir la religión judía, han sido retomados a lo largo de toda la historia como el exponentedel valor de los mortales frente a la opresión: