Iaakov y Esav estuvieron distanciados muchos años. El engaño, la mentira, la desilusión, el miedo y la vergüenza los hicieron crecer y formar familias en tierras diferentes.
Finalmente llegó el momento de sanar la brecha y se preparan para el encuentro. Con mucho cuidado y algo de sospecha se van acercando.
Supongo que quizás también con mucha pena por el tiempo irrecuperable y el temor de no poder ni siquiera reconocerse.
Habíamos comentado anteriormente que Esav y Iaakov representan quizás dos dimensiones que cohabitan: la subsistencia material y la espiritualidad, la inmediatez y la capacidad de ver más allá, la fuerza física y la intelectualidad, el instinto y la estrategia... dos que son uno, que muchas veces reconocemos como partes nuestras que se alternan y se pelean dentro de nosotros.
Y en esta nueva escena en la que vuelven a verse se reencuentran dos paradigmas de lo que significa mirar la vida y describir lo que tenemos de ella...
La idea era agradar al otro –y quizás mitigar la sed de venganza– trayéndose uno al otro preciados obsequios. A ambos, la vida los había bendecido con muchas riquezas. Por primera vez pareciera que estos dos mundos que cada uno de ellos representaba, ahora se unificaban en una misma situación: los dos eran potentes económicamente y ambos querrían compartir sus bienes con el otro...
Sin embargo, la descripción de ese bienestar económico no es un dato suficiente para entender quién era realmente cada uno de ellos.
Escuchemos el diálogo en el encuentro:
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«Pero Esav añadió: "Tengo mucho mi hermano. Quédate con lo que es tuyo".
"No, le dijo Jacob; si quieres hacerme un favor, acepta el regalo que te ofrezco, porque ver tu rostro ha sido lo mismo que ver el rostro de Dios, ya que me has recibido tan afectuosamente.
Toma el obsequio que te ha sido presentado, porque Dios me ha favorecido y yo tengo todo..."»
Bereshit-Génesis 33:9-11
Pareciera que dicen lo mismo... Pero no...
"Yo tengo mucho", dijo Esav.
"Yo tengo todo", dijo Iaakov.
Tener mucho remite a mirar la vida en términos de acopio. Miro el granero... y si está completo, tengo mucho... Miro la cuenta bancaria... si tengo una suma considerable... tengo mucho.
Lo "mucho" se mide en relación a lo "poco"... Y la variable de lo "mucho" y lo "poco" trazan las coordenadas de nuestro entorno que nos indican cuándo es mucho y cuándo es poco.
Tener mucho es mirar lo que uno tiene en relación con lo que tiene el resto...
Seguramente, Esav, con su riqueza reconoce que tiene mucho, respecto de lo que tienen otros.
Y deberemos reconocer que para algunos de nosotros, tener "mucho" es un ideal, una aspiración. Cuántas veces trabajamos más y más, para llegar a tener más y que ese "más" nos agregue a la cantidad de "mases" que vamos sumando.
Iaakov también tenía mucho. Pero no es eso lo que él quiere mostrarle a su hermano. El decir "Yo tengo todo" apela a una dimensión del valor con el que se mira lo que se tiene. La cantidad no denota satisfacción. Es más, yo creo que la mirada permanente sobre la cantidad nos hace sentir que siempre hay otros que tiene más, por tanto, nosotros nunca estamos satisfechos y entramos en una ronda inacabable de aspirar cada vez a más, muchas veces, cueste lo que cueste...
"Yo tengo todo" es la resultante de la ecuación sobre lo que tengo y lo que necesito. Es tener la capacidad de abrir la lente con el cual miro "mis cuentas", y registrar en mis haberes todo lo que tengo, que no es cuantificable: tengo hijos sanos, tengo amores, tengo proyectos, tengo sueños, tengo fracasos de los que he aprendido, tengo responsabilidades, tengo interrogantes...
Medir en términos de mucho o poco nos presenta una posibilidad parcial de valorar nuestra vida, sólo en línea recta; donde en un extremo está la máxima escasez y en el otro la máxima abundancia.
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