La lectura semanal inicia con estas palabras: “Y fue la vida de Sara ciento veintisiete años. Estos fueron los años de la vida de Sara. Y murió Sara en Quiryat-Arbá, es decir, Hebrón, en la tierra de Canaán, y Abraham entró a plañir a Sara y a llorarla” (Génesis 23), sin embargo allí no se habla de la vida de la matriarca sino más bien su muerte. Poco más adelante leeremos acerca de la muerte y sepultura de Abraham: Estos fueron los años de la vida de Abraham: ciento setenta y cinco años. Abraham expiró, y murió en buena vejez, anciano y lleno de días, y fue reunido a su pueblo (25:7-8). La muerte de Sara fue la piedra basal de lo que sucederá en la familia y en el pueblo, después de su partida. Su presencia y su figura se hacen más evidentes en su ausencia. Itzjak, no puede consolarse en su dolor por la muerte de su madre, hasta que encuentra a Rivka y la lleva a la tienda de Sara.
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