Conforme a las normas de la Torá el ejercicio de la fuerza de un hombre contra otro es considerado una transgresión: “Si hay pleito entre dos hombres y van a la corte, y los jueces deciden el caso, y absuelven al justo y condenan al culpable, sucederá que si el culpable merece ser azotado, entonces el juez le hará tenderse, y será azotado en su presencia con el número de azotes de acuerdo con su culpa. Puede darle cuarenta azotes, pero no más, no sea que le dé muchos más azotes que éstos, y tu hermano quede degradado ante tus ojos” (Deut. 25:1-3). Nuestros sabios aprendieron de esta restricción dada a los jueces un principio de índole universal y así es mencionado en la jurisprudencia por el Shulján Aruj: “Tiene el hombre prohibido golpear a su prójimo y si lo hace trasgrede una prohibición ya que está escrito “pero no más” (Deut.25:3), y si la Torá nos previene de golpear al malvado, más aún lo hará tratándose de un justo. Y quién levanta la mano para golpear a su prójimo, aún si no le ha pegado, es llamado malvado”. Shulján Aruj, Joshen Mishpat 420/1.
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