Vienen de culturas distintas, de realidades variadas y a menudo enfrentadas.Pero son vecinos y comprenden que su mejor opción es cooperar. Es que los fundadores, docentes y estudiantes israelíes y árabes del Instituto Arava que funciona en el kibutz Ketura en el sur de Israel, comprenden que el entorno en el que se hallan-el desierto- debe acercarlos y no ser excusa para perpetuar sus diferencias.
“Esta es una de las grandes luces en medio de la oscura situación de Oriente Medio”, dice Leah Kayman del kibutz Ketura, testigo del trabajo del instituto desde su fundación hace 15 años, quien cuenta que en cada semestre, los aproximadamente 40 estudiantes de turno se dividen en un tercio israelíes , un tercio árabes (sean jordanos, palestinos o árabes ciudadanos de Israel) y un tercio de jóvenes llegados del exterior.
Y nada mejor que demostrar con el ejemplo en la práctica, que la cooperación es posible.Es que aquí, en el Instituto Arava,no se limitan a la coexistencia pacífica sino que pasan a lo activo, a la cooperación para mejorar la situación de los pueblos de la región. Esto, en base al lema clave del lugar: “la naturaleza no conoce fronteras”. “No es una mera frase”, nos aclaran .”Es una forma de vida”.