Esta semana, el pueblo judío en general y el Estado de Israel en particular, celebraron el Día de Jerusalem, señalando 45 años desde la reunificación de la ciudad. Desde aquel histórico 8 de junio de 1967 en el que los paracaidistas de las Fuerzas de Defensa de Israel irrumpieron a la Ciudad Vieja por la Puerta de los Leones, lograron llegar al Muro de los Lamentos y al Monte del Templo y liberaron así a Jerusalem de la ocupación jordana, pasaron ya cuatro décadas y media.
Oficialmente, la fecha recalca la reunificación de Jerusalem, que sin duda es motivo de fiesta.
En la práctica, todo es más complejo.
“Jerusalem, en la práctica, está dividida”, afirman a menudo habitantes judíos de Jerusalem, conscientes de la tensión en las zonas lindantes con barrios árabes de Jerusalem oriental, de la falta de seguridad que esta cercanía supone y de las aspiraciones palestinas respecto al sector Este, como futura capital de un Estado palestino independiente.