Las seis de la mañana, el Sol amanece tardío y tímido como ocultando su sombra.
No es día de trabajo, pero me he levantado igual temprano.
No es un día común, ya se percibe una atmósfera especial.
Desde la ventana veo pasar los primeros hombres camino a algún templo, no se observa nada más. El fresco de la mañana estremece mis papilas, es otoño.
Delante todo por hacer, o no.
Cada uno lo vive como cree, como quiere o como puede.
Me dejo llevar por el sensualismo, intento la búsqueda de unos instantes que llenen de paz mi cabeza y mi corazón. Esa placentera Paz que posee un niño mientras duerme.
Salgo a la calle y me dirijo al Mar, para inundar con la brisa de sales los sentidos. Las calles semivacías traen a mi memoria los días pasados de la Guerra, los días perdidos, las vidas perdidas. La aventura del Hombre retando al destino. El destino, palabra engañosa con que la Ignorancia gobernara a la Pureza.