Distancia y murmullos entre el proscenio y mi espera.
Dos canastos rebosantes de flores y ramas viva adornando el escenario.
Los músicos van entrando, ellos de elegante smoking, ellas de negro soirée.
El violino concertante cual clave de sol andante da ejemplo con su sonido y /todos ajustan el “la”.
El aplauso adelantando al talentoso maestro y opresto la batuta diestra /que sugiere a los violines.
En un adagio muy lento dar bienvenida a los vientos.
Ébano y níquel, níveas manos, rojos labios, con su largo clarinete una elegante /solista
va triturando promesas en la antigua melodía del esperado Kol Nidrei.
Fui frelajando ansiedades y con la imaginación alerta las raíces de la sasngre
palpitaron en mis ojos, y un vendaval de recuerdos casi afiebrado despierta.
La figura del abuelo e su sufrido silencio, el taled, las filacterias, el pan /trenzado, las velas
y un laberinto de ensueños con Chagall y su paleta.