Señores de Semana,
Cada día que Avigdor Liberman continúa al frente del Ministerio de Exteriores sólo aumenta la vergüenza nacional que ocasionó su nominación.
Cuando la esfera política de la región se tranquiliza un poco, Liberman se encarga de encenderla y de provocar incluso a gobiernos que mantienen relaciones diplomáticas correctas con Israel.
Cuando los funcionarios de su ministerio tratan de realizar sus obligaciones, él los culpa de infiltrados y aplaza las reuniones directivas. Sus instintos xenófobos lo llevan a proponer ahora que sólo quienes cumplieron con sus obligaciones en el ejército puedan seguir la carrera diplomática. Se le olvidó que no solamente árabes no llegan a reclutarse en Tzáhal.
Y cuando los responsables de hacer cumplir las leyes lo investigan bajo sospecha de fraude, blanqueo de capitales, cohecho, acoso a testigos y obstrucción a la justicia, Liberman instiga a sus investigadores, dificulta su desempeño y se queja de que lo convierten en un eterno sospechoso.
El éxito de su partido "Israel Bieteinu" en las últimas elecciones lo convirtió en un interés politico prácticamente invulnerable. Netanyahu lo necesita como socio en su coalición y tiene miedo de medirse con él. Tzipi Livni espera que en un futuro se una a ella y se abstiene de criticarlo. Ambos prefieren sus favores en lugar de decir la verdad: Liberman debe abandonar inmediatamente la cancillería porque su accionar provocador pone en peligro la seguridad de Israel.
Mientras eso no suceda, la vergüenza será de todos nosotros.
Los saludo atentamente,
Néstor Benrey
Holón