Sr, Director,
Nuestra convulsionada región con sus dictaduras ya derrocadas y otras que van en camino, no ofrece ninguna claridad acerca del rumbo que seguirá. A pesar de tratarse de sociedades históricamente consolidadas, presenta también un cuadro en el que se desconocen los alcances y magnitudes de las fuerzas políticas existentes.
En Egipto, por ejemplo, la represión a lo largo de décadas de todo lo que no fuera parte del aparato oficial de gobierno, generó un vacío político que aún no se sabe cómo se llenará, ahora que ha desaparecido la mano de hierro que sofocaba totalmente a las voces alternativas.
El reciente conflicto con Israel, a raíz del grave incidente terrorista que provino del Sinaí, enfrentó a ambos países y provocó una crisis diplomática que reveló el grado de animosidad popular egipcia contra el tratado de paz que rige las relaciones entre ellos y nosotros desde 1979. Pero al mismo tiempo se mostró la cautela con la que la Junta Militar que hoy gobierna el país prefiere tratar el tema.
No cabe duda que las fuerzas que finalmente dirijan en el futuro a Egipto enfrentarán desafíos formidables, ya que se trata de una nación que llegará en 2012 a los 90 millones de habitantes, de los cuales, 28% es analfabeta, 21% vive por debajo de la línea de la pobreza y sufre una permanente falta de empleo y oportunidades para sus jóvenes.
Y por otro lado, está también la incertidumbre de los sucesos en Siria y del conflicto israelí-palestino.
En Siria prosigue la sanguinaria represió del régimen de Bashar al-Assad contra su pueblo que reclama justicia, libertad y reformas sociales, sin que, por lo pronto, se aprecie la posibilidad de una caída próxima de la dictadura.
Israel y la Autoridad Palestina pasan hoy por un momento lleno de señales contradictorias. Contra la postura de Netanyahu, Abu Mazen está por formular en la ONU su demanda de reconocimiento internacional a un Estado palestino independiente, mientras que Hamás y otros grupos fundamentalistas siguen disparando andanadas de misiles contra poblaciones israelíes.
Y todo ello sucede en medio de una movilización social de masas israelíes que también, desde hace unas cuantas semanas, tomaron las calles y plazas para exigir cambios radicales, no sólo en las políticas económicas, sino también en la manera general de definir las prioridades de la vida nacional.
Así las cosas, los signos de interrogación pasaron a suplantar la mayoría de las certezas de otras épocas.
Aprovecho la oportunidad para felicitarlo por su boletín.
Lo saludo atentamente.
Boris Helman
Jerusalén