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Las manifestaciones de protestas en Israel indican una gran vitalidad política y social siempre que no expresen intenciones golpistas.

Se debe tomar en cuenta que el problema viene de lejos, o sea, desde la época en que en Israel empezó a funcionar muy precariamente lo que se conoce como economía de mercado.

Bajo ese punto de vista, la comparación con la situación actual en Rusia es bastante pertinente. Allí se salió de un comunismo fracasado para imponer un capitalismo salvaje. Aunque en Israel nunca se llegó a los extremos de Rusia, que se encuentra bajo una dictadura disfrazada de democracia.

De cualquier manera, se trata de un problema estructural, común en todas las democracias liberales de Occidente (Europa, EE.UU), pero que en Israel es más grave por los altos presupuestos de seguridad.

Sin las reformas económicas hechas para aumentar la competitividad y la productividad, o sea, sin darle mano libre a la economía de mercado, Israel pasaría hoy una crisis mucho peor que España, Portugal, Irlanda, Grecia, etc. Pero esas reformas necesarias, por otro lado, generaron injusticias sociales.

Por eso, mientras las protestas busquen solucionarlas, metiendo presión a los políticos, son más que necesarias y justas. Pero si quienes se manifiestan son manipulados para derribar un gobierno legítimamente electo, eso ya es harina de otro costal.

La participación directa de los jóvenes en la política es la gran novedad, y es excelente. Hay que cambiar mucho en el sistema electoral de Israel, además de establecer leyes rigurosas para sancionar a políticos y funcionarios corruptos.

Se consiguió establecer un movimiento extraordinario por la justicia social y, mientras siga así, inquietando al gobierno, tendrá resultados excelentes.

Espero que Tzipi Livni, esa hipócrita incompetente y Ofer Eini de la Histadrut, que siempre apoyaron modelos económicos neoliberales y a sindicatos poderosos, traicionando a la gran mayoría de los trabajadores (4 meses de huelga de médicos sin que muevan un dedo), no se metan ahora para aprovecharse de las buenas intenciones de los jóvenes.

Eso es muy importante.

Atentamente.

Leo Filck
Ashdod