Sr. Director
La cuestión de la ley internacional y los recursos y medidas con que cuenta un Estado democrático que enfrenta situaciones asimétricas se convirtió en un tema central en círculos profesionales así como en el debate público y merece la atención de todas las democracias que buscan autoprotegerse.
Cuando me refiero a situaciones asimétricas tengo en mente al terrorismo, al crimen organizado y a la manipulación negativa de leyes nacionales e internacionales de protección de los derechos humanos. Esto último, con el propósito de obtener metas políticas o militar-estratégicas muy diferentes a los objetivos originales que esas leyes buscaron alcanzar.
El abuso de la ley y del sistema judicial en contra de un Estado ha sido objeto de atención en los últimos años en muchas democracias occidentales. Desafortunadamente, Israel se encuentra en esa situación desde la Segunda Guerra del Líbano, siendo el último caso de la flotilla el que puso en debate su legitimidad para detener las naves y defenderse en contra de los ataques dirigidos a sus soldados.
Israel impuso un bloqueo a Gaza para impedir el contrabando y suministro de armas a Hamás. Dado que Israel permite la transferencia de bienes a la franja, es claro que la intención de la flotilla del año pasado, y la que intenta salir este año, es la de una provocación. Este acto, que el año pasado terminó con muertos y heridos, se continuó en el intento de utilizar medidas legales para acusar a Israel de las consecuencias. Al mismo tiempo, representa un intento de minar la voluntad y capacidad de Israel de reaccionar, con el objetivo de deslegitimar su soberanía.
Este ejemplo deja ver la complejidad de situaciones en las cuales se abusa de la ley y de las medidas democráticas como un arma de guerra.
En Israel, las comisiones de investigación que se formaron después de la primera flotilla para examinar la legalidad de las acciones del gobierno y de Tzáhal, convocaron a un debate público, muestra clara de las ventajas que ofrecen los recursos de una vida democrática.
En el debate se revisaron cuestiones tan esenciales como ¿dónde termina el poder y la soberanía de un Estado y empieza la autoridad de las instituciones internacionales que muchas veces representan los intereses de un bloque mayoritario automáticamente en contra de Israel?
¿Puede esta mayoría anti-israelí automática dictaminar normas internacionales en derechos humanos?
Creo que la respuesta es clara.
Saludos
Marcos Efron
Holón