Las recientes protestas en Egipto han dirigido las miradas hacia los factores causantes de un estallido social histórico. Las manifestaciones tunecinas y la consecuente huida del presidente Ben Ali despertaron las ansias de libertad y justicia del pueblo egipcio . Sin embargo, éstos no son los únicos determinantes.
La corrupción que carcome el Estado entero, desde sus estratos más bajos hasta los lugares más inesperados, impide el crecimiento de un país rico en recursos naturales. La extrema pobreza de ciertas clases y el enorme analfabetismo de la población son otros elementos que provocan un creciente descontento.
Con un 30% de su población menor de 14 años, Egipto es un país eminentemente joven. Una nación con mucho futuro y poco presente. Una mina de energía. El gobierno dice que el paro está en un 10%, pero todos saben que es mentira. Los organismos internacionales lo reconocen. Debe haber más de 20% de paro actualmente. La mayoría de los datos difundidos han sido maquillados por el gobierno para tapar la hecatombe social. Oficialmente, el analfabetismo está en 10% pero eso es mentira también. Más de 30% de la población es analfabeta.
Egipto es un país rico en recursos que, además de los ingresos del Canal de Suez y de la ayuda millonaria prestada por EE.UU, produce gas y petróleo, vende electricidad a sus vecinos y atrae a más de 15 millones de turistas anuales.
Sin embargo el gobierno se lleva gran parte de los ingresos. Los militares y la policía son los más beneficiados por el régimen. Reciben los sueldos más altos, tienen privilegios que otros trabajadores o funcionarios no disponen. Por eso, se muestran tan leales a Mubarak. Y por eso también siguen a su lado después de todas las protestas de un pueblo desquiciado.
La corrupción está en todas partes. En la calle, las comisarías, en los comercios e instituciones del Estado. Asfixia a todo el país. Las reglas no existen para el que soborna.
El futuro pasa por otro sistema de gobierno. Los egipcios se despertaron y parece que así lo entienden.
Ojalá tengan éxito. Será para bien de todos.
Lo saludo atentamente.
Enrique Selener
Holón