La decisión de los países latinoamericanos de reconocer a Palestina como Estado libre e independiente en las fronteras del 4 de Junio de 1967, es un grave error que espero no traiga consigo mayores dificultades para reentablar un proceso que lleve a un acuerdo definitivo entre israelíes y palestinos.
Cabe preguntarse ¿por qué ese reconocimiento anticipado si lo que se está apoyando es a una Autoridad que no tiene el control sobre todos sus territorios ya que allí las fuerzas que tienen influencia responden en gran parte a movimientos terroristas que niegan la existencia del Estado de Israel?
Los líderes latinoamericanos deberían haber valorado si su reconocimiento supone compartir la visión de la política internacional de los terroristas islámicos. De no ser así, se trata entonces de una decisión unilateral y contraproducente porque envía un mensaje a los palestinos de que no necesitan lograr la paz ni renunciar al terrorismo para recibir el reconocimiento de un Estado soberano.
¿Y como han llegado a este paso en América Latina? En gran parte por la creciente influencia y penetración de Irán en la región. Ese continuo acercamiento de Teherán en los últimos años, responde principalmente a la búsqueda de nuevos aliados diplomáticos en un momento de aislamiento internacional del Gobierno de Ahmadinejad por su programa nuclear.
El mandatario iraní ha elegido a unos dirigentes regionales dispuestos a luchar contra el "imperialismo" norteamericano y contra la hegemonía político-económica de Occidente.
Por eso el reconocimiento de Argentina ha sorprendido, ya que su relación con Irán está marcada desde 1994 por el atentado a la AMIA y la negación de Teherán a colaborar con cualquier tipo de investigación encarada a esclarecer el vandálico ataque.
Pero si alguien cree que la campaña de la Autoridad Palestina para lograr el reconocimiento de la independencia de un Estado propio es nueva y fruto de la última paralización de las negociaciones, se equivoca. Abbás y su gobierno llevan más de año volcados en ello y con el ojo puesto principalmente en la Unión Europea.
No me sorprendería que también allí consiguieran resultados. Los europeos, vendidos al petróleo árabe y musulmán, siempre olvidan que cualquier paso en este sentido sólo tendría consecuencias fatales para las negociaciones y el futuro de la región. Sería el peor impulso a la paz: premiar comportamientos inadmisibles.
Atenteamente
Adolfo Saad
Ashdod