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Obstáculos para la paz

Sres de Semana

Las continuas construcciones en los territorios a negociar no dejan de ser motivo de preocupación para los palestinos, que ven con ello una firme posición de  Israel en un asunto central que todavía no se discutió.


Es comprensible que por ese motivo, el presidente palestino, Mahmud Abbás, se niegue a continuar con las conversaciones. Es comprensible pero no es lo que más conviene. Si en realidad Abbás es sincero cuando clama por un Estado palestino que habrá de vivir en armonía con Israel, debería sentarse a conversar a pesar de las construcciones y ver qué sucede en el momento de discutir el destino de los terrenos conquistados.

La oposición de los palestinos a reconocer a Israel como un Estado judío, es motivo de preocupación para Binyamín Netanyahu. De la misma manera, si éste no se opone que en la zona existan dos pueblos con dos Estados, para facilitar el comienzo de las conversaciones no debería exigir a los palestinos esa condición antes de ponerse a conversar con ellos. Es un importante tópico que podría estar incluido en la frondosa agenda a discutir durante las tratativas.

Si ambos no mienten cuando dicen que quieren llegar a un acuerdo de paz, tendrían que facilitar al máximo el comienzo de las tratativas para poder limar en ellas todas las diferencias, resignar pretensiones y efectuar concesiones, como  corresponde a dos personas con un mismo ideal.


Pero no olvidemos que esos personajes no están solos. Netanyahu, frenado por los grupos intransigentes que integran su coalición gubernamental, no puede detener el avance de las construcciones sin el riesgo de verla disuelta. Abbás no puede convencer a poderosos grupos palestinos que reconozcan que Israel tiene derecho de existir en la zona. Varias veces fue amenazado por "conversar con el enemigo".

Los bien intencionados intermediarios internacionales deberían reconocer que la paz sólo será posible cuando Abbás y Netayiahu se liberen, el primero de los terrorista del islam, y el segundo de la extrema derecha israelí que insiste en no cambiar territorios por paz.

Para Netanyahu no es un imposible. Pero que Abbás lo logre es muy difícil. Más aún, varias generaciones no podrán ver paz en Oriente Medio si los extremistas musulmanes siguen inculcando a sus niños que Israel no debe existir, que a los judíos hay que odiarlos, entrenándolos en el uso de las armas para matarlos.

Atentamente


Samuel Auerbach

Natanya