Estimados editores de Semana
Liberman habló ante la ONU. Su discurso mantuvo una línea muy radical y fue totalmente contradictorio al de Netanyahu en momentos en que se quiere ver avanzar el proceso de paz entre israelíes y palestinos.
El Ministro de Exteriores manifestó ante la Asamblea General que harán falta más bien décadas para un acuerdo con los palestinos. Además remarcó que antes de hablar de asentamientos e inevitablemente de fronteras, Israel debería no sólo negociar las tierras sino también la población, es decir, hacer un intercambio de personas hasta que el nuevo mapa de la región ponga a vivir a judíos con judíos y a árabes con árabes.
¿Qué quiere decir esto? Que el futuro Estado palestino absorba a las zonas de Israel con mayoría de población árabe, así como los grandes asentamientos judíos en territorio palestino pasarían a formar parte de Israel.
Parece increíble escuchar estos elementos de extrema tendencia xenófoba en momentos en que tanto se habla de tolerancia, respeto mutuo, diálogo civilizado y otras cosas que suenan bien pero se practican mal.
Una pregunta entre muchas podría hacerse para entender de lo que se trata ahora: ¿Cómo es posible que lo dicho por Liberman sea condenado hasta por el propio Netanyahu?
Esto da cuenta de que ni siquiera en el gobierno israelí hay acuerdos concretos para definir el rumbo de su política respecto al proceso de paz.
El brabucón del gabinete de Bibi se atrevió a decir en voz alta y ante todo el mundo, que lo de alcanzar un acuerdo en un año, como vende Obama, es pura fantasía.
Creerlo es muy difícil, pero de todas formas otra pregunta ronda el ambiente: ¿Se tratará de un divorcio entre ambas figuras políticas?
Los saludo cordialmente.
Adela Ben Shoshán
Haifa