Estimados amigos de Semana
Irán defiende sus ambiciones nucleares con dos argumentos. El primero es que su programa tiene fines pacíficos y que no pretende desarrollar armas atómicas.
El segundo es denunciar la hipocresía de un mundo donde a Israel se le permite tener armas de destrucción masiva y a sus vecinos no. Puede que sí, puede que no.
Pero la hipocresía es preferible a un mundo donde todas las naciones que lo deseen puedan tener armamento nuclear. En un mundo ideal ningún país debería tenerlo. Pero en el mundo real, cuantos menos países lo tengan. mejor.
Además, Israel nunca definió como uno de sus objetivos estratégicos borrar del mapa a sus vecinos o echarlos al mar, tal como repetidamente lo plantea Mahmud Ahmadinejad.
Pero la debilidad más grave del argumento de Teherán es que son los demás países árabes quienes no tolerarían pasivamente un Irán nuclear. La gran paradoja de todo esto es que, durante décadas, el mundo árabe sunita ha estado dispuesto a convivir con Israel como potencia nuclear sin que ello los haya impulsado a tener su propias bombas. En cambio, les resulta una amenaza inaceptable que sea su correligionario chiíta quien tenga armas nucleares.
El peligro no es sólo que Irán llegue a tener bombas atómicas, sino que ello dispararía una carrera nuclear en una de las regiones más explosivas, políticamente y militarmente, del planeta.
Los saludo cordialmente.
Shaul Zeitune
Kibutz Guivat Oz