Sr. Director
La plaza Tahrir de El Cairo volvió a ser escenario de violentas confrontaciones. Los choques entre agentes de seguridad y manifestantes dejaron muertos y heridos poniendo en claro que la situación desembocó en una fuerte lucha entre corrientes diferentes.
Por un lado está la Junta Militar que tiene en sus manos el poder> Por otro figuran los Hermanos Musulmanes, que pretenden convertirse en la fuerza dominante. Además, están las masas de jóvenes indignados, influidos por ideas liberales que iniciaron la revuelta con la esperanza de transformar a Egipto en un modelo democrático occidental.
Para los Hermanos Musulmanes el objetivo fundamental es hacerse del gobierno e imponer un modelo social y politico islamista al estilo de Irán.
Quien se encuentra ahora en posición difícil es el sector que al principio fue el mayor responsable del movimiento de protesta: los jóvenes rebeldes movilizados con ayuda de las redes sociales que querían construir un orden liberal con prácticas democráticas que les permitieran progresar económicamente, conseguir libertades individuales, el respeto por los derechos humanos y de las minorías y que las mujeres no sufran el trato discriminatorio de los islamistas.
Este sector es el que más presencia tuvo en las manifestaciones de la semana pasada. La mayoría de los participantes no estaban vestidos a la usanza islámica ni coreaban consignas religiosas.
Esta frustrada masa juvenile, que no tuvo tiempo ni oportunidad de organizarse eficazmente ni de gestar liderazgos, sabe que las elecciones parlamentarias le darán a los Hermanos Musulmanes la victoria, y que las fuerzas armadas encontrarán maneras de acomodarse a la nueva situación mediante concesiones.
En ese sentido, esos jóvenes iniciadores de las protestas están decepcionados ya que el panorama que divisan es el de un nuevo tipo de dictadura cuyas características operará en contra de establecer las condiciones de libertad por las que salieron a la calle a enfrentar al régimen.
Y por si todo ello fuera poco, la continuidad del tratado de paz entre Egipto y Israel corre peligro de ser anulado.
Se nos vienen tiempos difíciles.
Lo saludo atentamente.
David Barkan
Petaj Tikva