Sr. Director
La crisis en Siria atrae la atención la opinión pública internacional. Cada día el número de víctimas masacradas por el asesino régimen de Assad sigue aumentando y la situación se encuentra estancada. A pesar de las sanguinarias medidas del Gobierno para suprimir la revuelta, la gente continúa poniendo en peligro su vida y sale a las calles a protestar.
El régimen hace todo lo posible por sobrevivir empleando métodos de violencia contra sus ciudadanos. Assad perdió toda legitimidad moral para continuar gobernando.
La Liga Árabe decidió aplicar sanciones y medidas diplomáticas más severas en contra el Gobierno sirio. Esto conlleva a que la credibilidad de Assad caiga aún más ante la comunidad internacional.
Pero esa misma comunidad internacional, incluyendo la ONU, mira para cualquier otro lado en lugar de hacer todo lo posible para evitar las matanzas de civiles inocentes. Rusia y China parecen querer volver a «jugar» a la Guerra Fría y obstaculizan armar un frente común que logre detener esos crímenes.
Por si fuera poco, los socios de Assad, Irán y Hezbolá, aportan lo suyo para desestabilizar más la zona. Siria forma parte de ese eje radical y es un corredor geográfico entre Irán y Hezbolá. Fue gracias a ello que la semana pasada pudimos ver como dos barcos iraníes llegaban a las costas sirias.
En un escenario así se corre el riesgo de que depósitos de armamentos no convencionales y de cohetes de diferentes alcances, de los cuales el régimen sirio dispone, caigan en manos de organizaciones terroristas.
En conclusión: La situación en Siria hace lamentar el hecho de que sus ciudadanos siguen siendo las víctimas del salvajismo de su propio gobierno, y de que hasta el momento no se ve una solución posible.
Debemos estar preocupados porque nada bueno saldrá de lo que allí sucede.
Saludos.
Saul CarlebachModiín