Sr. Director
Es lamentable que un intelectual del fuste de Marcos Aguinis, en un artículo titulado «El veneno de la épica kirchnerista» y publicado en el diario La Nación del día 21.8.12 haga una alusión tan liviana al nazismo. Dice textualmente «Las fuerzas (¿paramilitares?) de Milagro Sala provocaron analogías con las Juventudes Hitlerianas. Estas últimas, sin embargo, por asesinas y despreciables que hayan sido, luchaban por un ideal absurdo pero ideal al fin, como la raza superior y otras locuras».
A decir verdad, ya no nos llama la atención que el diario La Nación publique este tipo de cosas; hace poco tiempo, uno de sus columnistas principales - Carlos Pagni -, también escribió un artículo en el que se defenestraba al viceministro Kicillof, acusándolo, entre otras cosas de judío y marxista, como si ambas calificaciones tuvieran algo reprochable.
Ahora es Aguinis. Al citar de esa manera a las Juventudes Hitlerianas, banaliza absolutamente su caracterización. Esta organización no fue un club deportivo ni una asociación cultural; por el contrario, fue una de las principales fuentes de reclutamiento de jóvenes creadas tan tempranamente como en 1926, cuyos objetivos eran los de adiestrar a los jóvenes alemanes en un entrenamiento militar y desarrollar su entendimiento y de obediencia a la ideología nazi.
Aguinis (¡¡Aguinis!!) minimiza y hace un reduccionismo de la ideología nazi expresando que «luchaban por un ideal absurdo», ideal que, entre otras cosas, provocó que gran parte de la judería europea (6.000.000 de personas, entre ellas 1.500.000 de niños menores de 15 años) fueran asesinadas brutalmente en campos de concentración, cámaras de gas, ghettos, hornos crematorios y decenas de suplicios más. Y esto es sin contar lo sucedido con gitanos, homosexuales, Testigos de Jehová, discapacitados, eslavos, opositores políticos.
Deploramos que un intelectual como Marcos Aguinis tome tan a la ligera y tan livianamente a las Juventudes Hitlerianas, como si su accionar hubiese sido una anécdota menor dentro de un contexto entendible.
El odio, el horror, el miedo, el revanchismo, el racismo, la apología de la muerte, el culto a la guerra, el chauvinismo, la idea de la superioridad racial, del «espacio vital» no son temas menores ni para tomarlos ligeramente, con tanta inconsistencia. Esos fueron los fundamentos del «ideal absurdo» del nazismo. Y no son poca cosa.
Abogamos por una sociedad libre, democrática, plural, solidaria, comprometida con la vida; y esos conceptos van en sentido opuesto. De ninguna manera la ideología y el accionar del nazismo tienen justificación alguna dentro de los parámetros del humanismo, de la democracia, de la convivencia.
Atentamente.
Daniel Silber
Presidente de Federación de Entidades Culturales Judías de Argentina