Amigos de Israel en línea:
Nuestra meta en Yom Kipur es el arrepentimiento para obtener el perdón. Para ello es necesario que éste sea sincero.
El perdón requiere que podamos atestiguar con verdadera sinceridad nuestros pecados.
Sin embargo, con ello no logramos la pureza, porque aún no hemos cambiado. Nuestro discernimiento intelectual sobre el bien y el mal, como nuestra autodisciplina, puede ser lo suficientemente firme como para impedirnos cometer un pecado, pero aún sigue manchado por toda nuestras malas acciones por un efecto acumulativo de una exposición prolongada a una cultura común, a una asimilación dentro de la sociedad, a encuentros diarios con un medio ambiente cínico, con personas poco escrupulosas.
Por lo tanto, incluso después de habernos arrepentido y ganado el perdón, nos sentimos tentados por los viejos pecados. A veces logramos vencer la tentación, pero sólo aquéllos que son realmente puros no son atraídos por ella.
Entonces ¿De qué se trata esa meta tan inalcanzable que llamamos pureza?
La pureza es la búsqueda del verdadero objetivo para el cual estamos en este mundo. Debemos mostrar toda la vida que cada una de nuestras acciones, cada uno de nuestros pensamientos, cada momento vivido tiene como meta lograr ese propósito.
Eso es sin duda una tarea difícil y permanente.
Pero para ello contamos con la «herramienta» de Yom Kipur. Esa es nuestra fuente de pureza. Nos permite volver a emprender nuestra búsqueda y nos proporciona las condiciones espirituales para lograrlo.
Gmar Jatimá Tová para todos.
Marcos Viner
Hod Hasharón