Sr. Director

La importancia de las conclusiones a las que llegó recientemente la Comisión de la ONU dirigida por el neozelandés Palmer, que investigó los hechos ocurridos en mayo de 2010 cuando la flotilla que zarpó de Turquía pretendió romper el bloqueo israelí a Gaza, no reside en lo que diga el primer ministro turco Erdogán o lo que sostengan los islamitas turcos, si no en la posición que adoptó la ONU del desempeño, la rectitud y la convicción de que el gobierno de Israel y Tzáhal actuaron legalmente y en la medida humana posible para medirse con un caso así.


Para que nos vamos a engañar; nadie en la comunidad internacional podía imaginar conclusiones semejantes y decir una palabra a favor de Israel, aunque íntimamente sientan envidia de una autentica democracia en función.

La flotilla estaba formada por fanáticos musulmanes y los hipócritas occidentales que los apoyaban. La intención era provocar y armar un escándalo. Lo de ayudar a los palestinos de Gaza era sólo una excusa. Tal vez se pudo haber evitado el abordaje y con ello los muertos y heridos. Fue una acción que terminó con un lamentable resultado, pero Israel no puede permitirse muchas delicadezas con la gente que odia a su pueblo, quiere eliminar su Estado y expulsar a sus ciudadanos de él.

Me parece muy bien que los turcos estén ofendidos. Ellos siempre fueron muy sensibles y un verdadero ejemplo de como tratar con respeto a los pueblos y disculparse ante sus propios errores (por no decir barbaridades). Si no me creen, pregúntenle a los kurdos y a los armenios, a quienes masacraron brutalmente, que todavía están esperando un reconocimiento de los hechos y no sólo una disculpa.

Israel no tiene porque disculparse con Turquía; lo que sí tiene es el derecho a defenderse y a medirse con todos los provocadores que se acercan.

En cuanto a los islamitas: parece que van a tener que comer mucha hiel hasta que tengan conciencia del peligro que significan para la estabilidad mundial.

Saludos.

Diego Farachi
Miami