Sr. Director
En Israel vivimos entre dos universos paralelos. Uno, en el que residimos hace muchos años, muestra violencia, pesar y la triste pérdida de vidas humanas. El otro, brillante, gira alrededor de la innovación y la atracción de trabajadores cualificados.
«No tenemos agua, no tenemos tierra, no tenemos petróleo. Por eso apostamos por la ciencia y la tecnología», dijo Shimón Peres, resumendo así la realidad que comanda nuestra economía y dando su particular receta a países en recesión por la crisis mundial.
Nuestro crecimiento reside en los laboratorios, no en la Bolsa. Tanto es así que el gasto en investigación, desarrollo e innovación es el 4% de todo nuestro PIB. Eso sí, dada nuestra situación geopolítica, el 10% se pierde en Seguridad.
Pese a todo, en Israel apostamos por ser mejores. Una población anclada en lo tecnológico. El cambio llegó cuando vimos el valor de enlazar universidades y empresas a través de sociedades semipúblicas que unen ambos espacios y que buscan ideas en emprendedores y financiación en los bancos.
Juntadas las dos piezas, el motor del desarrollo se puso en marcha. Una de las fórmulas fue utilizar incubadoras empresariales. A día de hoy existen unas 30 que dan soporte a más de 200 proyectos. Todo ello apoyado por la elevada cualificación de nuestros trabajadores.
Este es el camino que elegimos y del cual debemos sentirnos orgullosos.
Saludos.
Horacio Bauer
Petaj Tikva