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Ascenso y descenso al Uritorco

En la columna del pasado domingo 16 de octubre me despaché - no del todo - con mi estadía en Córdoba junto con tres amigas. Y concluía la nota con la promesa de un próximo capítulo sobre esta mini-vacación. Hoy la completo, dado el acontecimiento que ocurre una vez cada cien años: el 11 del 11 del 11.

La magnífica casa de nuestra anfitriona estaba ubicada al pie del cerro Uritorco.

Cuando digo al pie quiero decir que sólo si me escondía debajo de la cama y con un antifaz es probable que no lo viera. La idea no era ésa. Por el contrario, se trataba de ¿disfrutar? del aire libre, a la intemperie. Total que el cerro estuvo siempre ante nuestra vista. No se movió. Lo digo porque se le atribuyen a este cerro cualidades extrañas al ser urbano y nada esotérico que habita en mí. Se habla de avistaje de OVNIS merodeando por la zona y campos magnéticos ultra sensibles, que a decir verdad, no tengo claro cómo funcionan.

Luego de las caminatas, más que nada para agilizar el tránsito lento que siempre aparece cuando se cambia de geografía, fuimos al Paraíso. Éste es el nombre con el que bautizó el escritor Manuel Mujica Láinez su casa, convertida en museo. Ahora puedo decir que si el paraíso es así, no está nada mal. Lo prefiero al Uritorco. Por lo menos estás protegido del sol y lleno de libros.

Dejamos para el anteúltimo día la visita al Uritorco, que estaba ahí siempre, no se movía. Había que ir. Caminamos cinco minutos hasta llegar al lugar. En cuanto vi los negocitos montados ad-hoc de venta de patchouli, velas y esas cosas que compro cuando estoy aburrida, no sorprendí a mis amigas cuando les dije: - Yo me quedo, no subo, las espero ¡No soy de las que creen en el Cosmos como fuente de Energía. Prefiero el Centrum con vitaminas de la A a la Z!

Me miraron fulminantemente. Tuve que subir. Antes pagué la entrada. Consideré que, después de todo, era un buen ejercicio cardiovascular.

Paso a paso


Atravesé el primer tramo, que conlleva un importante grado de dificultad y lleno de piedras, con dignidad. Desde ahí se veía la ciudad pero ¿era necesario? Si disfruto más cuando leo a la Yourcenar. Sigo, bué, subo. Llegué al segundo tramo con menos dignidad, hay que decirlo. Me faltaba el palo de trekking, o un palo cualquiera, en su defecto. Iba camino al tercer descanso cuando además de querer que un OVNI me abdujera escucho una voz que dice: "Nos tendrían que pagar a nosotros por subir y no nosotros a ellos..." Suspiré aliviada. Había alguien - ahí - que era de mi palo.

Giré la cabeza para ver quién había proferido esa frase. Se trataba de una persona muy joven, de 16 ó 17 años, más que robusta, entrada en robustez, cuyo sexo no podía distinguir, ni por la voz ni por la ropa.

- ¿Te ayudo a bajar? me preguntó. - Sí, por favor.

Hablaba un cordobés tan pero tan cordobés que no entendía qué decía. Era de Villa María. Cuando llegamos a tierra firme invité a esta persona a tomar una gaseosa.

- No hace falta - y desapareció volando -. Esa fue mi experiencia en el cerro: el encuentro con una persona de sexo indefinido que me ayudó a descender. Nada de unión con el Todo ni con partes del Todo.

Esto sucedió un mes antes del 11-11-11.

A la luz de esta fecha ¿qué fue este encuentro? ¿Un ángel guardián, un enviado/a de la Nueva Era, una/un joven índigo excedido/a de peso?

Ya en Buenos Aires el último viernes 11 hice un par de cosas: me despedí necesariamente con tristeza de alguien; encontré casualmente a otra en la calle, me acordé de personas a las que he querido entrañablemente, reí, lloré y trabajé. Nada especial; situaciones que le suceden todos los días a una persona semi-normal, como lo soy yo.

Sólo que decidí creer firmemente en la Voluntad. Voluntad de cambiar situaciones, en especial las que no me hacen bien. Atravesar lo que devino irremediable con cierta sensación de tarea bien cumplida, luego de haber hecho todo lo posible para que esto no ocurriera.

Una amiga me sugirió que esta persona que me encontró o encontré en el cerro actuó como Master Facilitador, que es el nombre que reciben los que enseñan a ascender a un nivel superior de conciencia (sic).

- ¿Pero si me ayudó a bajar, no a subir? Me cortó el teléfono.

En todo caso, como dice el saber popular, si "los ángeles no tiene sexo" esta persona era un ángel. Si yo creyera en ellos. Como no es el caso, esta persona deberá bajar de peso para entrar a la Nueva Era con elegancia. Y a propósito de bajar, al ex Cavalieri - Berlusconi - el 11-11-11 le bajaron el pulgar y con esto Italia entró en una Novísima Era. Ciao Silvio.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 21.11.11

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