Cannot get Tel Aviv location id in module mod_sp_weather. Please also make sure that you have inserted city name.

El dolor del dólar

Sin duda el dólar ha sido el tema más instalado - trending topic - de las últimas semanas. No me refiero al australiano o al canadiense. No digo que sean cuasimonedas, pero como el estadounidense no hay.

¡No hay! Conseguirlos te cuesta un Perú. O sea, te cuesta tanto como un pasaje al Perú, cosa que recomiendo hacer e ir, aunque ignoro si Ollanta Humala los permite adquirir así como así; no como aquí. ¿Los arbolitos en ese país usan un sombrero de coya y ahí los guardan?

De economía entiendo poco pero me esmero en comprender. Antes tenía cráteres al respecto; ahora sólo baches. Siempre me he manejado con la elemental «Contabilidad» de tercer año. Entran tantos pesos, sale una cartera, un vestidito o un conejo. Sí, para mí es magia.

Y aquí llegamos a un enigma. No entiendo por qué al dólar le dicen «blue». Blue significa azul y triste en inglés. Siempre se lo llamó green (verde). ¿Será que no veremos un triste dólar a futuro? ¿O será que veremos un dólar el Año Verde?

Los colores 

En Estados Unidos no cuesta nada un dólar. Ni se venden. Es más, vas a un supermercado y ¡te devuelven el cambio en dólares! No tenés que firmar ninguna declaración jurada. Así de simple, como cuando los chinos te devuelven caramelos en sus supermercados porque nunca tienen monedas.

Este tema del dólar está teñido de los colores del reino de la Naturaleza: verde, azul, negro...

Otra cosa que no me queda clara es el significado de «liqui». Supongo que le dicen así para no nombrar el azul de las aguas líquidas. Poético ¿verdad? Es más corto. Y todos entienden. Menos yo.

Ahora se han venido a agregar perros; o sea, el reino Animal. ¿Decime si con todos estos elementos no conformás una espléndida salida a un circuito de campo? Una tarde informal en un piso verde-césped. Ningún techo. Puro verde, azul cielo y negro cuando oscurece. Si a eso le agregás la florida calle Florida y las cuevas. ¡Eso es naturaleza pura! Además, de una hermosa paleta de pintor. Negro, verde, azul. Con esos colores los cubistas te armaban un cuadro que hoy en día cuesta millones de dólares.

Por la City 

El otro día di un paseíto por la city porteña, por la calle Florida. Ya no habían manteros pero estaba lleno de arbolitos que hablaban y musitaban en voz alta: ¡cambio, cambio! Yo les contestaba: ¡me cuesta, me cuesta! Y eso que no les dije que iba tres veces por semana al analista, que ¡me cuesta, me cuesta!

En un momento me alejé y me fui a un circuito paralelo a la calle Florida. Tanto grito me alteraba pero básicamente lo hice cuando divisé una brigada canina. ¿Y si pensaban que yo era una arbolita y me podaban de un mordisco? Esos perros tienen pocas pulgas.

Como soy una chica interesada en la actualidad me puse a mirar un documental de la BBC acerca de economistas que marcaron hitos en la historia. Lo hice luego de deleitarme con Mad Men, que en algún sentido representa la Nueva Novela Americana, aquella que nunca se escribió...todavía.

El documental comenzaba con John Maynard Keynes, pasaba por Hayek y terminaba con Milton Friedman. John Maynard Keynes. Ya el nombre Maynard da como fino, aristocrático, culto. Y más aún pronunciado en ese inglés tan biritish de la locutora de la BBC.

Los talentosos 

Keynes perteneció al famoso grupo de Bloomsbury. ¿Cómo no me va a gustar J. M. K si ése es el único club al que me hubiese gustado pertenecer? Ahí se reunían todos los que eran alguien - talentoso - en la época de entre guerras en Inglaterra.

Los más conocidos fueron Virginia Woolf y su marido Leonard - creadores de la mítica editorial Hogarth Press que editó a Sigmund Freud años más tarde -; su traductor al inglés Strachey, el filósofo Bertrand Russell y hasta el mismísimo Wittgenstein. Si hasta por un segundo me veía jugando al criquet con ellos.

Volviendo al documental, no iré a decir que entendí perfectamente las curvas de crecimiento y los peligros de la inflación y la deflación. Pero si me apuran lo saco.

Cuatro días más tarde escucho a un economista al que sigo bastante por su claridad y pedagogía en la transmisión. Dice refiriéndose al dólar: Sólo nos queda rezar, nadie sabe qué pasará.

Si por las dudas hay que empezar a creer en un Dios, cualquiera sea, y repetir «In God we Trust», lema inscripto en la parte superior del dólar, lo voy a hacer. Soy una chica formal.

Me pregunto: ¿La gente que se maneja informalmente repetirá «In God we trust», a veces y perdóname Dios? ¿Dependerá de la cantidad de ceros a la derecha del billete o de la cantidad de billetes en mano?

En ambos casos recemos todos por el bien de todos al dios que convenga a cada uno. ¡Pero recemos! Total por ahora no cuesta ni
duele.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 27.5.12