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Todos somos "mami" o "papá"

Las novelas de Faulkner dan un ejemplo cabal del significado de "las familias" en el Deep South, el Sur Profundo norteamericano antes de su caída. Al decir familia, nombramos en ausencia padre, madre e hijos.

Los Sartoris en "Santuario"; los Compson en "El sonido y la furia" o los Stupten en "Absalón, Absalón". Ningunas joyitas: disfuncionales, incestuosas, endogámicas, pero familias al fin.

Algo parecido pero con ribetes caribeños sucede en "Cien años de soledad" con los Buendía. Según se perteneciera a la rama Aureliano o Arcadio eran siempre de la misma familia con destinos ya preformados.

En "Más respeto que soy tu madre", Hernán Casciari no se queda atrás y le da fuerte a la familia-problema aggiornada, pero sigue agarrado de ella.

En la actualidad la familia continúa siendo un tema. Aún monoparental, homoparental, fruto de matrimonio igualitario con alquiler de vientre, de madre soltera, de padre ídem, de travestis, de bisexuales, de miopes, de hipermétropes, de hepáticos, de apáticos, etc. La familia ocupa en esta caja de nuevas modalidades un lugar privilegiado.

Hasta el más corto de los sujetos puede observar estas transformaciones familiares. Que las pueda digerir hasta aceptar es otra cuestión.

La familia tal cual la conocimos hasta los ´50, de cuando la mayonesa se preparaba en casa y se almorzaba cinco platos - padres no separados, dos hijos, razonablemente felices - tiende a difuminarse, no digo desaparecer. Por aquellas épocas, sé que había una serie norteamericana llamada "Papá lo sabe todo" y otra que oficiaba de respuesta "Pero es mamá quién manda". Ya comenzaba una cierta tensión.

Con estas conceptualizaciones en mi cabeza -debía dar una charla- y para cortar el lazo familiar que me une a la lectura, me dirigí hacia la calle Florida. Quería ver con ojos de turista a los "manteros" de los que tanto se habla y sus productos, que tanto se compran.

- ¿Qué te vendo, mami?

- ¿A mí me habla?

- Sí, mami. A vos, mami, a vos.

- ¿Cuánto cuesta ese mate?

- ¡Mirá que tenés buen gusto, es el más caro!

Le digo que no quiero gastar tanto.

- No te vayas con las manos vacías. Esperá un poco. Y arranca un grito de su garganta. - Papi, te mando a la nena (o sea yo). Hacele precio, quiere esos mates baratos que vos tenés. Después arreglamos, papá.

Nada más vivo que la lengua hablada. Cambia todo el tiempo, evoluciona con la época. Más allá de que el "mami, papi, o papá" sean un producto importado de países limítrofes, se ha impuesto en el uso coloquial argentino mantero y no mantero también. Hace relativamente poco se usaba "hermano" del inglés brother. Ahora somos todos mami o papá.

Recalculando; con mi GPS casero creado para la ocasión y en dos direcciones posibles.

1. - Esta familia forzada y forjada por el habla es fruto del auge del individualismo contemporáneo. El uso de nuevas tecnologías y redes sociales, a la par que nos ha traído incuestionables beneficios -no tener que vestirte impecablemente de los pies a la cabeza un domingo e interactuar con otros por cámara web para mí lo es-, también nos ha sustraído "presencia", cuerpo. Los cada vez más anónimos formamos una familia interfácica.

2. - La otra dirección posible conduce a que de igual modo, con el uso de nuevas tecnologías de reproducción se puede ser mami o papi, hasta que el dinero y la salud alcancen.

El páter familia decayó y "la madre siempre es segura" también. Es el triunfo del laboratorio, del in vitro, del vientre alquilado y de la desacralización de los padres.

No es crítica. Es sólo mi GPS que me manda a estas dos ubicaciones en el mapa de la realidad.

Por otro lado, decir mami, papi o papá dota, en este caso a la venta, de una familiaridad de la que es difícil sustraerse. Y en general, quien profiere estas palabras te manda a la más íntima y visceral de las relaciones de parentesco.

Es por todo esto que particularmente prefiero, en este momento de mi vida, los tiempos en que para halagar o venderle algo a una mujer se le decía: bombón, corazón, mi reina, buena moza. Y a un hombre: maestro, churro, guapo.

Antes éramos mujeres u hombres. Ahora somos todos padres: mami o papá. A mí no me cierra. Gana el habla.

Fuente: Diario El Día de La Plata; Revista Domingo; 11.9.11

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