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No jugar al empate

Cristina FernándezEn el fútbol es conocida la aseveración que los que juegan al empate, en general pierden. Barcelona, el equipo de Messi, ha hecho historia manteniendo la pelota en su poder y teniendo como idea fija el arco de enfrente.

El gobierno kirchnerista tuvo el control del partido y fueron sus momentos más recordables cuando pasó a desarrollar un juego muy ofensivo a partir de la debilidad inicial del 22% del electorado y luego de la derrota parlamentaria en la votación de la resolución 125 y de la política en las elecciones parlamentarias del 2009. Cuando se adueñó del mediocampo, que es equivalente a tomar la iniciativa y fijar agendas; cuando el público (la ciudadanía) percibió que la política le cambiaba su vida cotidiana; cuando sintió que los jugadores le estaban dando satisfacciones por encima, posiblemente, de sus propias expectativas, la respuesta favorable fue contundente.

Cuando se gobierna bien, es decir cuando se juega bien, es indefectible la reacción del adversario, que hace infracciones alevosas, con árbitros que muchas veces convalidan goles en off-side o realizados con la mano, pero aún así terminan derrotados.

Cuando el gobierno concentra buena parte de su fuego en críticas a los que agarran de las camisetas, usan alfileres para agredir adversarios, realizan un trabajo psicológico de desestabilización emocional, influyen sobre las decisiones de los árbitros y se desconcentra de la posesión de la pelota, pierde la posibilidad de intranquilizar a la defensa y el arquero adversario con jugadas originales y sorpresivas, comienza un declive que termina generalmente con un retroceso hacia el propio campo, intentando mantener el resultado obtenido y tratando sólo que el arquero propio no sea vencido.

Ese es el momento que está atravesando el gobierno. Administra una crisis larvada, que no tiene aún la dimensión desaforada de los predicadores del apocalipsis, pero tampoco puede ser minimizada como se hace desde los medios y referentes políticos favorables al gobierno.

Hay situaciones, luego de una década, que son una acumulación de problemas no resueltos, o insuficientemente atendidos o errores groseros, que van desde la infraestructura ferroviaria y vial, la inflación, el problema de insuficiencia energética en la distribución, la restricción externa, la concentración y extranjerización de la economía, la extensión desmesurada del área sojera, la falsificación de las estadísticas, la brecha cambiaria, la caída de las reservas, la forma inapropiada de la construcción política en el período cristinista, la ausencia de una reforma impositiva integral, el enriquecimiento injustificado de funcionarios públicos, entre otros.

El gobierno ha hecho muchos goles, desde haber recuperado el valor de la política sobre la economía, a la política de derechos humanos; desde el No al ALCA, a la política de inclusión; desde la disminución rotunda de la desocupación, a los millones que lograron jubilarse; desde una legislación de avanzada en materia de identidad de género y matrimonio igualitario, los estatutos para el trabajador  rural y del personal de empleadas del hogar, hasta la asignación universal por hijo; desde un Estado estableciéndole límites al accionar del mercado, a la estatización de YPF y Aerolíneas; desde la recuperación de sectores industriales, hasta la política de unión latinoamericana; desde el crecimiento notable del PBI, a la mejoría en la distribución del ingreso. Todo ello en un listado de medidas absolutamente enunciativo y limitado, goles que han permitido amortizar positivamente el listado de los recibidos en contra.

La cancha donde se juega, más allá de lo mencionado, es un plano inclinado como le sucede a todo gobierno que entra en los dos años finales de su mandato. En este caso se agrava porque hay sectores del poder económico que quieren dar una lección para que una experiencia como la actual no pueda repetirse. A su vez, el kirchnerismo no ha logrado vertebrar una sucesión lo que potencia su debilitamiento.

El partido que se está jugando  

Es altamente probable que ninguna de las alternativas políticas actuales con posibilidades ciertas, solucionaría el listado de los errores, de los déficits gubernamentales y es muy posible que anularía, limitaría o deterioraría muchos de los avances conseguidos.

La ofensiva de los sectores concentrados, de los medios dominantes, de los referentes políticos opositores alertan desde un «rodrigazo en cuotas» a una convocatoria a elecciones anticipadas.

La situación económica actual sigue siendo auspiciosa pero es cierto que hay fuertes nubarrones en el horizonte. La derrota política, no electoral, de octubre, sumado a los problemas de salud de la presidenta, y una larga retahíla de errores, ha producido una erosión del poder político que actúa muy desfavorablemente sobre los problemas económicos. Estos configuran un laberinto, siendo  mucho más preocupante que la foto actual, el desarrollo de la película.

El control de cambio extendido fue necesario para parar la fuga de capitales que el gobierno de Cristina Fernández soportó desde sus inicios. Pero el mismo, al tiempo que paró la salida, terminó cerrando toda posibilidad de ingresos de capitales. El atraso cambiario empezó a afectar a las economías regionales fundamentalmente y fue perdiendo paulatinamente la función de anclaje de la inflación junto con el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos por lo que se decidió una actualización del tipo de cambio oficial con una tabla de devaluación programada que indudablemente produjo una retención de exportaciones y un adelantamiento del pago de las importaciones.

Las consecuencias negativas contradicen los objetivos perseguidos. Para tener un panorama del atraso cambiario basta señalar que de 2007 a 2011 la inflación anual promedio fue de alrededor de un 18% y el tipo de cambio se actualizó en un 7%. En 2012 la brecha se incrementó en unos 10 puntos. En 2013 la distancia anual se acortó.

A su vez, la brecha cambiaria actual que fluctúa ente el 60 y 70% acentúa la sobrefacturación de importaciones, la subfacturación de exportaciones, el contrabando y la triangulación desde donde se pueden entender incrementos inexplicables de las exportaciones de soja de Uruguay y Paraguay.

He venido sosteniendo que la brecha cambiaria no puede ser analizada por la pequeñez del mercado marginal del dólar (lo que es cierto), pero lo que se omitía incluso desde los técnicos y periodistas económicos favorables al gobierno, es que dicha cotización influye sobre la totalidad de la economía en su nivel macro y micro.

Ningún capitalista va a realizar una inversión trayendo dólares para que se liquiden los mismos al cambio oficial, cuando la brecha con el marginal tiene semejante magnitud. El gobierno, preocupado por la falta de ingresos de dólares y la sangría sobre las reservas por las amortizaciones de la deuda y pagos de intereses, ha establecido en los hechos cambios diferenciales para superar esta traba, para los exportadores que retienen exportaciones y para inversiones como las de Chevrón. Pero esto se concreta en un clima de corrida cambiaria, que inutiliza el instrumento, ante la expectativa que el gobierno tenga finalmente que claudicar con el golpe de mercado en desarrollo.

Medidas que en otro escenario hubieran sido altamente positivas, realizadas en este contexto quedan esterilizadas.

La falta de timing político, tomando medidas adecuadas entre agosto y octubre de 2013, cuando se debían haber hecho no más allá de marzo, impidieron evitar una derrota política. En economía está pasando algo similar. Por eso, hoy resulta complicado encontrar una batería de medidas que revierta la situación.

El periodista Alfredo Zaiat en «Página 12» del 19.01.14 expresa una preocupación no frecuente en sus muy buenas columnas; propone: «Si el objetivo del equipo económico es tratar de reorientar las expectativas sobre el tipo de cambio y restringir la corrida, para seguir con una política expansiva, es esencial no quedar atrapados de la especulación de los privados. Más aun cuando los grupos empresarios juegan con el horizonte de los últimos dos años del gobierno de CFK. El dólar es una variable política, además de económica y financiera. Mejorar la rentabilidad relativa de los pesos en manos de la población con capacidad de ahorro, desacelerar el ritmo de devaluación, cerrar frentes aún abiertos por el default y aliviar la cuestión financiera refinanciando vencimientos, dado el bajísimo nivel de deuda pública en dólares en manos privadas, como estrategia para frenar la fuga y achicar la brecha, tiene un costo más bajo que el de una recesión por una fuerte devaluación».

Como en economía toda decisión tiene consecuencias, «mejorar la rentabilidad relativa de los pesos en mano de la población» aumentando las tasas de interés, debería, en este contexto, alcanzar niveles de alrededor de un 30% o más, lo que afectaría el nivel de actividad económica. Además la velocidad de la crisis incipiente y el poderoso síndrome dólar que afecta al argentino medio ligado a su memoria histórica, convierte en inofensivas las propuestas de Zaiat.

Esta tormenta veraniega se produce en un escenario donde la deuda externa tiene la menor incidencia con relación al PBI, con un consumo que aún no se ha restringido, con expectativas hasta hace unos días de un crecimiento económico para el presente año, con el índice de desocupación más bajo de las últimas décadas, con niveles de exportación aún no afectadas en forma intensa por el atraso cambiario.

La inflación ha sido una de las causales de las dos derrotas políticas del 2009 y 2011. El gobierno, decidió sacarla de la agenda pública durante mucho tiempo. Desde hace unos 18 meses, decidió afrontarla con congelamientos de precios primero y precios cuidados ahora.

La última medida, instrumentada por Guillermo Moreno con los supermercados, dejó en manos de éstos la conformación de la lista, lo que llevó que poblaran las mismas con productos sin salida. Ahí pululaban las cremas de mano y era muy escasa la variedad de artículos imprescindibles como arroces y fideos.

Rápidamente quedó como un intento fallido. Ahora los precios cuidados, pensados en analizar los costos de la cadena de comercialización, un verdadero talón de Aquiles, es una medida correcta y adecuada. Pero se la instrumenta convalidando la mayoría de los precios vigentes en las góndolas de un reducido número de artículos, lo que ha producido un salto inflacionario considerable. La idea que conformado el colchón, los supermercados respetarán lo acordado, es una ingenuidad que desconoce que los tigres se ceban con la sangre, en este caso con el incremento de su tasa de ganancias. Si no hay sanciones, es imposible un acuerdo de caballeros porque el interlocutor privado carece en lo más mínimo de ese atributo.

El problema adicional es que la disparada del dólar oficial probablemente esterilice rápidamente la política adoptada, plausible en el aspecto de ir a la conformación de los precios en la cadena de comercialización, donde anida una parte importante del problema inflacionario.

El plan «Progresar»

Después de mucho tiempo, el gobierno tomó una medida extraordinaria que apunta hacia unos de los sectores más débiles de la población. Esto es precisamente sacar un conejo de la chistera que parecía haberse quedado sin conejos. Esto es adelantar el equipo tomando la iniciativa, pensando en el arco rival. Dejar de jugar al empate.

Una vez dicha y aplaudida calurosamente la medida, analicemos la situación para que la notable decisión no quede esterilizada.

El barco está en medio de una fuerte tormenta veraniega. Aún en medio del intenso viento en contra que obstaculiza la marcha, el gobierno intenta rescatar del mar a los caídos y abandonados a la intemperie, la franja de los ni-ni entre 18 y 24 años.

Para que los excluidos suban al barco, es necesario que el mismo no encalle. Hay que buscar en el radar los caminos adecuados de salida, y en la concientización y movilización de la mayoría de los pasajeros el apoyo necesario. Para ello es necesario presentar el panorama con claridad y precisión.

En ese aspecto, la presencia activa de Cristina Fernández es fundamental, con la participación de un gabinete capacitado y audaz, del que el actual tiene varios de un nivel considerablemente superior a integraciones anteriores últimas, pero aún está muy lejos de lo deseable y necesario.

Es importante que nadie  se sienta menoscabado por pedir colaboración de políticos y técnicos capaces que integran el campo nacional y popular. Como en los diagnósticos médicos complicados, la interconsulta mejora las posibilidades de acercarse al mejor escenario y por lo tanto a la posibilidad de acertar en las soluciones.

Si el barco zozobra en un mar tormentoso pero superable, las consecuencias tendrán un costo desmesurado que se proyectará por un tiempo muy difícil de pronosticar.

No jugar al empate

Es fundamental encallar el dólar oficial en el nivel que mejore las exportaciones, dificulte las importaciones innecesarias y que no aliente la intensificación de la carrera inflacionaria que desactualice aceleradamente lo mejorado a un costo ya pagado.

Sin recurrir a la política en sus aspectos de esclarecimiento y movilización, las medidas económicas no encontrarán eficacia en su aplicación.

No olvidar que la economía debe estar subordinada a la política. Pero a su vez la economía necesita ser tratada profesionalmente desde la concepción ideológica asumida.

No jugar al empate en el campo económico es el equivalente a tomar medidas  como el plan «Progresar» en el campo social. Es difícil. Pero más fácil que cuando San Martín le escribió desde Mendoza a Pueyrredón, en el momento que preparaba el Ejército de los Andes: «…arreglar el plan que debemos seguir: el tiempo es corto, hay mucho que hacer».

Posdata

Esta nota estaba concluida cuando el gobierno parece convalidar en la mañana del 24 de enero la cotización del dólar oficial que alcanzó en el día de ayer los $8, al tiempo que se regresaría al control de cambios limitado de los primeros meses de instrumentación con una baja de la percepción de ganancias sobre las compras de dólares, incluidas las destinadas a atesoramiento, del 35 al 20%, siempre que la AFIP dé la autorización pertinente. Haber actualizado la paridad cambiaria era necesario, pero como decisión aislada es extremadamente insuficiente.

Toda medida tomada en frío sin la arquitectura política que implique jugar al ataque y no meramente calmar a los especuladores, sólo será, en el mejor de los casos, una tregua parcial y de corto alcance.

El gobierno parece confundido dando manotazos contradictorios habiendo perdido el control de la mitad de la cancha. La incertidumbre, si no se despeja rápidamente, puede provocar una caída ostensible de la actividad económica.

Ojalá se esté en vísperas de un plan amplio y concreto, aun no explicitado, que el autor de esta nota no percibe.