¡Marchen por la libertad! Tomen parte de algo real. De tanto en tanto miren a los ojos de Aviva y Noam Shalit que junto con ustedes marchan a lo largo del camino. De repente, un hombre se levanta por la mañana, siente que es un pueblo y comienza a andar...
Pueden cantar o caminar en silencio, observar el paisaje israelí que tanto le falta a ese joven, respirar el aire libre que a él se le niega, secarse el sudor caliente diferente del frío de Guilad, sumido en el miedo en ese sótano oscuro donde se encuentra - ya hace cuatro años -, y regresar por la noche a sus hijos protegidos.
Permítanles hoy a Aviva y a Noam pedirles su ayuda.
Permítanles dirigirse a vuestros pies que día a día andan cortas distancias, no siempre importantes, de un lugar a otro, sin pensar tanto.
Permítanles dirigirse a sus corazones, a los abiertos en aquel lugar donde no existen divergencias sobre el precio o beneficio, sólo la comprensión humana de qué les pasará a sus hijos si no terminamos con esta historia.
Permítanles dirigirse al lugar donde todo está muy claro cuando se habla de humanidad y de amor, de ser padres y de salvar vidas. Ese es el lugar de la lealtad militar, la vieja fraternidad sobre la cual nos educamos.
Permítanles a Aviva y a Noam dirigirse a su calzado ortopédico, a sus calcetines cómodos que respiran aire, a todas las horas de entrenamiento en las que corren sin meta sobre los aparatos del gimnasio o caminan en los parques soleados o por las calles donde siempre andan cuando se pone el sol; por parejas, padre con hijo, madre e hija.
Permítanles dirigirse a su conciencia, aquella que algunas veces se duerme durante la guardia. A los ojos cerrados en ocasiones, a los oídos que no siempre desean escuchar, al ruido interior de los motores de la vida que trabajan todo el tiempo.
Permítanles dirigirse a sus prendas livianas, a sus pantaloncitos cortos, quizás incluso a sus sandalias.
Llenen las baterías del MP3 y los iPhone tan sofisticados.
Traigan agua, lleven sándwiches y no se olviden de explicarles a sus hijos que todos esos preparativos son para que pueda comenzar a desfilar desde hoy la marcha de la preocupación, la marcha de la duda y la identificación con un joven de nombre Guilad que cayó prisionero del enemigo; explíquenles que queremos recordar para no olvidar.
Salgan a caminar. Marchen por senderos ya marcados de antemano. Tomen parte de algo real. Miren de tanto en tanto a los ojos de Aviva y Noam Shalit que andan junto a ustedes a lo largo del camino; porque ustedes son los únicos que pueden consolarlos y además clamar al igual que ellos hasta que ese clamor llegue a los corazones de aquéllos a quienes debe llegar.
Y por favor: mientras calzan las zapatillas llamen a sus amigos; hablen con ellos, convénzanlos de renunciar a un día de trabajo por lo menos, o a algunas horas de comodidad, para que podamos marchar todos junto a quienes les importa la gran marcha por la libertad de Guilad, el hijo de Aviva y Noam.
Fuente: Yediot Aharonot - 27.6.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il