Tomemos un poco de aire. Todos. Aún cuando el último encuentro entre Obama y Netanyahu finalizó en entendimiento, semi-entendimiento o desentendimiento, conviene aceptar una verdad no tan amarga: existen divergencias entre Israel y Estados Unidos.
Ambos gobiernos nuevos no ven la realidad política de igual manera y no se relacionan con el tema Jerusalén en forma similar. Podíamos doblegarnos, también se podía borronear las diferencias, pero hubiera resultado una pérdida.
Es preferible conformarse con la situación política y reconocerla. Esta es la realidad, estimados ciudadanos: Israel piensa diferente que EE.UU. Por favor, actuemos en consideración.
En lugar de asustarnos por la delicada situación debemos decir con valentía: En EE.UU hay muchas personas que no comprenden las limitaciones del poder. Carece de importancia que es lo que les dirán sobre lo que en realidad sucede entre la Casa Blanca e Israel. Una cosa resulta muy clara: la idea de que alguien le implantó en la cabeza a Obama de que Netanyahu emitirá declaraciones que contradigan sus propias creencias y la de sus electores, declaraciones que destruirán su coalición y dividirán al Likud, es una idea tonta e impracticable que pone en duda la misma capacidad del mandatario norteamericano sobre cómo conducirse frente a Israel y cómo debe actuar ante un aliado.
Se entiende que no hay motivo alguno para alarmarse, pero sí para lamentar. Debemos lamentar el hecho de que en el gobierno americano haya personas que no respetan el derecho de Israel a pensar diferente.
Debemos lamentarnos porque en el entorno de Obama se perfila un intento de convertir a EE.UU a corto plazo en un fraternal amigo del mundo musulmán, aún si eso conlleva a enfrentarse con su fiel aliado.
Y principalmente debemos lamentar el concepto de que un conflicto tan profundo y complejo, como el que existe entre Israel y los palestinos, es algo que se puede dirigir de manera caprichosa y agresiva sin tener en cuenta la susceptibilidad de ambas partes.
Aún cuando Obama y Netanyahu salven las diferencias actuales, ya no es una ilusión óptica: hay divergencias entre Israel y EE.UU. No resulta agradable a corto plazo, pero a la larga puede representar una oportunidad, una ocasión para dirigir la mirada directa hacia los americanos y decirles con entera sinceridad: Justamente por ser nuestros verdaderos aliados, deberán enfrentarse a uno de nuestros derechos básicos, el de pensar diferente acerca de nuestro futuro.
Fuente: Yediot Aharonot - 4.4.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il