¿Cómo se puede discernir entre los israelíes auténticos que se encuentran esporádicamente en el exterior el día del sufragio y aquéllos munidos de un pasaporte israelí en vigencia, pero que hace tiempo se despidieron de nosotros?
Parecía que en Israel los sionistas se habían convertido en una especie en extinción; pero surgió la propuesta de otorgar derecho a voto a ciudadanos israelíes residentes en el exterior y resulta que ellos no desaparecieron.
Al parecer, esos mismos sionistas viven aún en los primeros días del Estado de Israel; aquellos lejanos y maravillosos días.
Desde entonces, muchos ciudadanos israelíes se han radicado fuera del país: ex ministros de gobierno, ex miembros del Parlamento, ex empleados destacados, grandes industriales o habitantes que decidieron darle la espalda al Estado judío y compraron un pasaje sólo de ida.
Itzjak Rabín Z"l los denominó "vestigios de enclenques". ¿Quién puede atreverse a proponer que aquél que no se alistó en Tzahal o no paga impuestos en Israel, se haga acreedor al derecho de participar en las elecciones y estipular el destino de los que tuvieron el coraje de permanecer aquí y continuar soportando la difícil realidad.
¿No sería acaso una traición al ideal sionista?
Esos mismos sionistas enfurecidos ante esta nueva idea, se ven a sí mismos en buena compañía: los post-sionistas por un lado y los no-sionistas e incluso los anti-sionistas por otro. Todos vociferan a raíz de la propuesta de que ciudadanos israelíes en el exterior puedan llegar a votar.
¿Tendrán razón y habrá que permitir participar en los sufragios sólo a quienes sirvieron en Tzáhal y pagaron sus impuestos al Estado? ¿Qué sucede entonces con tantos otros que por tal o cual motivo no se alistaron o se escabulleron del fisco? ¿Habrá que decomisarles el derecho a voto? ¿Tal derecho es básico para toda la ciudadanía o sólo un privilegio de los honorables?
Acorde a la ley en vigencia, el servicio en Tzáhal y el pago de impuestos al Estado no son requisitos indispensables para tener derecho a votar. La única exigencia es que el ciudadano esté en Israel, o en los territorios bajo su soberanía, el día del sufragio.
El derecho a participar en las elecciones se fundamenta en la ley, aún cuando el ciudadano venga desde lejos, a cuenta de otro, y no tenga la mínima intención de permanecer aquí; incluso si está en la cárcel condenado por un grave delito. Es un derecho fundamental de todo ciudadano que se encuentra en Israel el día de las elecciones.
Esto y más: La ley vigente estipula que un ciudadano en funciones diplomáticas, o que trabaja en la marina mercante, puede votar en el exterior.
¿Y qué sucede con los demás? Todos aquellos jóvenes que acaban el servicio militar y viajan por largo tiempo para conocer el mundo; pilotos y azafatas que permanecen en el exterior el día de las elecciones; estudiantes y profesores que viajan por un año sabático; ciudadanos que trabajan en empresas israelíes en el exterior; reporteros israelíes que informan desde las capitales de diferentes países (algunos de ellos levantan su voz de protesta contra la ley propuesta) y decenas de miles de turistas israelíes que pasean por el mundo.
Parece ser que esos mismos alguna vez sionistas no internalizaron aún que vivimos en una era de globalización, y que en cualquier momento determinado hay por lo menos cien mil israelíes en el exterior por diferentes causas.
Todo esto suscita dos interrogantes:
* ¿Cuáles son los pasos que el gobierno debe tomar para que esos mismos israelíes puedan materializar su derecho a votar?
* ¿Cómo se puede discernir entre los israelíes auténticos que se encuentran esporádicamente en el exterior el día del sufragio y aquéllos munidos de un pasaporte israelí en vigencia, pero que hace tiempo se despidieron de nosotros?
Numerosos países democráticos en el mundo ya encontraron solución al primero, y dieron los pasos correspondientes para que sus ciudadanos puedan votar aún cuando no se encuentren en el país el día de las elecciones.
Con respecto al segundo, un pensamiento creativo podrá ayudar a encontrar una forma de filtrar y desechar a la mayoría de israelíes que abandonaron Israel para siempre. Esto conformaría a los sionistas.
Y con relación a los anti-sionistas, nada los conformará.
Fuente: Haaretz - 16.2.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il