El gobierno israelí tiene la última oportunidad de evitar la vergüenza moral y nacional en la negociación sobre Guilad Shalit. La misma simboliza claudicar ante el chantaje de una organización terrorista.
Estimados ministros; después de un prolongado lavado de cerebro, después que los medios se movilizaron y armaron su campaña, la decisión está en sus manos.
En el trasfondo de la presión mediática cuentan que en el gobierno habrá automáticamente mayoría. Entonces es conveniente que lean con el verdadero título la propuesta que les será colocada sobre la mesa: ¡Capitulación!
El gobierno de Israel se arrodilla ante Hamás y se rinde a sus caprichos. Una organización terrorista antisemita le dicta al Estado de Israel las condiciones de la derrota.
Otra vergüenza, esta vez mayor, que se incorporará al desfile de todas las anteriores negociaciones.
Tratan de convencerlos que la próxima vez esto no sucederá. Israel fijará nuevas normas. ¿Nuevas normas? ¿Porqué la sangre del próximo soldado secuestrado vale menos que la de Guilad Shalit? ¿Alguien cree en esa tontería? ¿Alguien tiene una respuesta moral y seria para ello? No existe tal cosa.
Pero conviene tener en cuenta otro aspecto. Si apoyan la negociación, esta será un incentivo para el próximo secuestro y el que le seguirá. Nuevamente tendremos otra campaña pública que será propiamente una derrota. Y así sucesivamente.
Esto es lo que sucedió esta vez; con una aplastante mayoría de los medios de comunicación. Sin ningún debate serio. Casi todos los reporteros cuya función es informar, se convirtieron hace rato en emisarios en pro de la liberación masiva de asesinos.
¿Cómo es posible dejar a Shalit tres años en la cárcel? ¿Qué haría usted si fuese su hijo? Un caudal de preguntas arraigadas a lo emocional. ¡Al diablo el interés público, nacional y moral!
Se puede entender lo que sucede en el corazón de la familia Shalit. Sólo que Guilad dejó de ser únicamente el interés de ellos para convertirse en el hijo de cada hogar en Israel. Eso fue precisamente lo que aumentó su precio. ¿Acaso alguien recuerda los nombres de los dos soldados que murieron en esa misma acción?: Teniente Janán Barak Z'l y Sargento primero Pabel Slutzker Z'l.
Guilad se convirtió en una marca de primera calidad. La campaña tuvo éxito. ¿Es ese un motivo suficientemente valedero para capitular?
El precio de sangre
Netanyahu, como ya es sabido, no resiste presiones en ningún asunto; tampoco en el caso Shalit.
Ustedes, estimados ministros, pueden frenar la locura. Están allí para servir los intereses nacionales, no para rendirse a los caprichos sentimentales, no para claudicar ante la presión de los medios. Ustedes entienden el significado de esta abdicación; saben que fortalecerá a Hamás; están seguros de que la próxima irrupción es cuestión de tiempo.
Si se tratara de una negociación que se materializa en el marco de un acuerdo de paz, y la liberación fuera parte del proceso de conciliación, vaya y pase. Pero este no es el caso. Hamás fue y será una organización criminal y antisemita. Necesita del éxito para cargar sus baterías.
Ahora ustedes deberán decidir: ¿Y ahora qué? ¿Están a favor de Hamás o en pro del interés israelí? La motivación de Hamás y de otras organizaciones sólo se incrementará, los liberados fortificarán las estructuras terroristas, algunos volverán a cometer atentados, si no mañana, dentro de algunos meses.
Y si no en meses, en años. Pero llegarán; estén seguros. Es lo que sucedió en otras negociaciones. Por lo menos 123 israelíes fueron asesinados por terroristas palestinos liberados anteriormente. Ellos no tenían aún "sangre en sus manos". Esta vez, cuando Israel libere viles asesinos, el precio de la sangre sólo podrá aumentar.
Estimados ministros, la liberación de Guilad Shalit es un interés supremo, digno del máximo esfuerzo. Pero hay una diferencia abismal entre "máximo esfuerzo" y "cueste lo que cueste".
Si aún su manera de pensar es libre e independiente, no se confundan entre ambas cosas en el momento de votar.
Fuente: Maariv - 25.11.09
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il