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Carta abierta a Barack Obama

¡Shabat Shalom, Barack Obama!

Mientras le escribo esta carta, nuestro primer ministro (el vivo, no el asesinado) viajó a Washington a encontrarlo a pesar de que no haya combinado con usted y que aún el no tiene lo que ofrecer.

Siempre es lindo viajar al exterior y visitar Washighton DC; también hay algunas ofertas en el Duty Free.

Mi querido Presidente, le escribo en mi nombre y en el de todos los numerosos ciudadanos que esperan, hace ya más de un año, que presione a nuestros líderes para que reinicien el proceso de paz y no nos mancomunen alrededor de la muerte.

Puedo darle unas lecciones al respecto.

Su aparición en la pantalla gigante en el acto recordatorio a Rabín, fue la atracción principal en esa cálida noche cargada de sentimientos de culpa y canciones populares, elementos esenciales sin los cuales la izquierda sionista israelí no puede sobrevivir.

Como alguien que prodigó esperanza a millones de personas en todo el mundo, alguien cuya aparición meteórica en el firmamento político mundial fue considerada un milagro similar a la resurrección de Jesús o por lo menos de J.F. Kennedy, espero que usted no sólo brinde responsos a aquellos que murieron, sino también un tratamiento preventivo a la muerte y la destrucción que seguirán cobrando vidas humanas.

La pantalla era inmensa; su discurso también lo fue. A la mañana siguiente una frase suya se convirtió en titulares de todos los periódicos: "Ahora somos nosotros, los vivos, los encargados de darle significado a tu muerte".

¿Será que aún no hemos aprendido, estimado señor Obama, que la muerte no tiene significado alguno?

Por alguna psicosis colectiva, la muerte se convirtió entre nosotros, en un preciado patrimonio nacional. Pero cuando alguien muere, en la guerra o por homicidio, el duelo es de la esposa, los hijos, los hermanos o hermanas, los padres o amigos cercanos. En el momento de rendir culto, sólo la muerte nos recuerda el poco valor que aún tenemos por la vida.

La muerte nos domina. La muerte es nuestro Rey de Israel, a pesar de que hasta el presente quedó demostrado que todavía no nació la muerte que cambiará al mundo y lo conducirá hacia el amor, y no sólo al rito alrededor del muerto y de sus acciones.

Su excelencia sabe que los atentados contra los presidentes de EE.UU - desde Lincoln hasta Kennedy - no condujeron a regímenes ilustrados y pacíficos. El asesinato de Martín Luther King no acabó con el racismo; quién sino usted lo puede comprobar.

Entre nosotros, por supuesto, podemos encontrar la prueba más evidente: no sólo que la muerte de un primer ministro, que pretendió esquivar el camino de la violencia y eligió el de la tolerancia y la paz, nos arrastró a 14 años de guerras inútiles entre países y civiles, sino que además, aquéllos que pregonaron en su contra y crearon el ambiente propicio para derramar su sangre, se convirtieron en líderes.

Si tenemos respeto por Itzjak Rabín, estimado Presidente, debemos conferirle significado a su vida, no a su muerte. Dignificar su accionar significa anunciar unilateralmente el fin de la construcción en los asentamientos y establecer un Estado palestino por medio de una afable y diplomática solicitud a Mahmud Abbás para que recapacite y vuelva a su histórica función: ser el primer Presidente del Estado palestino, el Ben Gurión de Palestina.

Créame, mi querido Presidente: con toda mi afición al pueblo palestino, yo también les deseo que tengan un gobierno corrupto y una coalición gubernamental con partidos religiosos.

El acto recordatorio a Rabín se debió postergar un semana por causa de las fuertes lluvias. A raíz de su asesinato, el proceso de paz se congeló durante 14 años.

Para reanudar las negociaciones por las cuales sacrificó su vida nuestro hermano Itzjak Rabín, no servirán discursos sino hechos políticos. Creía que usted era la persona ideal para ponerlos en práctica. Por ello, a pesar de no ser americano, mi corazón votó por su candidatura.

Aún no se ha inventado el discurso a través de un video que brinde significado a la muerte y ponga de manifiesto todas las acciones audaces que le den significado a la vida.

Querido Barack (en hebreo: rayo), ojalá sea usted el trueno frente a nuestro Barak y frente a la inoperancia de nuestros mediocres líderes.

¡Sr. Obama, mucho éxito!

Fuente: Maariv - 13.11.09
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il