Es imposible determinar qué sensación fue la más fuerte: el orgullo por el éxito de Tzáhal, al impedir el envío de armas a Hezbolá, o la frustración porque, después de todo, es apenas una gota en la inmensidad del mar del terrorismo.
Orgullo y frustración, es por lo visto lo que nos toca en este caso. Orgullo por el hecho de que últimamente Irán tiene dificultades para contrabandear (este es el tercer barco enviado por Irán que es apresado, y no hablemos de los envíos que fueron destruidos en Sudán - según fuentes extranjeras). Frustración debido a que Hezbolá tiene en su poder unos 40 mil misiles y Hamás ya colocó a Tel Aviv en su mira.
Orgullo porque logramos convencer al mundo occidental de la verdad, y colocarlo momentáneamente a nuestro lado en esta lucha; frustración porque Egipto está aparentemente con nosotros, pero no es capaz de atrapar decenas de contenedores explosivos que anclan en frente de su nariz.
Orgullo porque lo logramos el día en que en la ONU se debate el Informe Goldstone; frustración porque a pesar de presentar una prueba concreta, una vez más no sabremos explicar nuestros argumentos como es debido.
¿Un ejemplo de ello? Sólo quien conocía el secreto de la operación "Las cuatro especies" (código con el cual se denominó la captura del barco), sabía cuán grande era el temor de que fracasemos; no en la captura, sino en el contenido del navío. Imagínense a los medios y a la opinión pública si en el momento de la verdad, cuando los soldados de Tzáhal abrieron los contendores, hubieran aparecido sólo bolsas de polietileno, como estaba escrito en la constancia de carga.
¿Y entonces qué? Israel, el agresor, el pirata, se apodera por asalto de una ingenua embarcación alemana con bandera de Antigua que navega rumbo a Chipre en la oscuridad de la noche. Como si faltaran motivos para que el mundo esté en contra nuestro.
Por suerte, eso no sucedió; el Servicio de Inteligencia actuó en forma excelente, el control fue fácil, el resultado fue ¡Bingo! Muchas exclamaciones de alivio se escucharon por parte del trío Netanyahu-Barak-Ashkenazi; unas por los misiles que ya no llegarán a Hezbolá, la mayoría por el hecho de que al fin logramos atrapar a Irán, Siria, Hezbolá y Hamás con las manos en la masa, y además con un bono: causarles un gran dolor de cabeza en el intento de aclarar de dónde provino la filtración que posibilitó el descubrimiento.
¿Qué quiere decir todo esto? Lamentablemente no mucho. Irán continuará subsidiando y equipando, Siria mirará para otro lado, Hezbolá seguirá armándose y planificando.
Nosotros, por nuestra parte, sólo podemos esperar las sanciones significativas alrededor del tema nuclear, que obstaculicen el movimiento de mercancías iraníes en el mundo, las negociaciones diplomáticas que convenzan a Assad de declinar su apoyo al terrorismo, el fortalecimiento de los organismos moderados en Líbano y, principalmente, más acciones meritorias de nuestros servicios de inteligencia. Porque al fin de cuentas, así como siempre lo supimos, sólo podemos confiar en nosotros mismos.
Fuente: Israel Hayom - 5.11.09
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il