¿Qué pretende Netanyahu al exigir un diálogo directo con Siria? ¿Mirar la blancura de los ojos de Assad o explicarle que Israel prefiere, a pesar de todo, una situación sin paz y sin guerra?
Resulta difícil ocultar el asombro ante la capacidad retórica de Ehud Barak. ¿Cómo es posible? ¿Cómo hace para inventar cada vez una nueva argucia, una expresión original, para finalmente no decir nada?
Hace unos días, Barak describió a Siria como "la piedra fundamental en todo acuerdo de paz estable". La paz no se concertará porque Israel, según Barak, "buscó en el pasado - y seguirá buscando en el futuro - estrategias para ponerle fin al conflicto con Siria". Mientras tanto, Siria se tendrá que conformar con recibir más calificativos cariñosos; quizás ascenderá de "Piedra fundamental" al nivel de "Piedra angular", y si se comporta bien, será galardonada con el trofeo de "Punta de lanza" y quien sabe, puede que gane la medalla de oro y se convierta en "Nuestra roca existencial" de un acuerdo de paz indisoluble. Pero sin paz.
Israel aún está atareada en buscar estrategias para lograr la paz con Siria. En realidad, Israel ama la búsqueda propiamente dicha, la aventura de la travesía, no precisamente los resultados. De la misma manera busca el camino de la paz con los palestinos, con los países árabes o con Hamás para liberar a Guilad Shalit.
Ofrézcanle al gobierno israelí un problema político, y de inmediato se lanzará a intentar solucionarlo con un mapa topográfico.
Con su manera exclusiva, el Ejecutivo creó un nuevo ramo de intermediarios. El presidente de EE.UU ya removió el escollo de las negociaciones con Siria; el presidente de Francia ofreció sus servicios; incluso el primer ministro de Turquía hizo el milagro de propiciar un diálogo indirecto entre Ehud Olmert y Bashar al-Assad; luego llegó el turno del presidente de Croacia de inscribirse como intermediario; el canciller de España, Miguel Ángel Moratinos, envió decenas de misivas de Assad, y hasta el mismo Assad esquivó a los intermediarios y anunció que desea renovar las negociaciones con Israel.
Pero Israel, igual que Frank Sinatra, lo hará a su manera.
El trayecto hacia Damasco es corto; la mayoría ya está pavimentado; el precio se sabe: la retirada completa de Israel de las Alturas de Golán a cambio de la paz asegurada, incluyendo toda la normalización. La paz con Siria puede depararnos muchos beneficios, imprescindibles.
Hezbolá tendrá que enfrentarse a una nueva realidad, Hamás deberá aclarar cómo continuará solicitando el apoyo de un país que no sólo reconoce a Israel, sino que también mantiene relaciones normales con él, Irán se verá en dificultades para digerir el hecho de que justamente su aliado más cercano en Oriente Medio desaprueba la ideología que Ahmadinejad intenta vender con relación a Israel.
Otros países árabes podrían adelantarse a los palestinos y llegar a un acuerdo con Israel antes que ellos.
Es cierto, la paz con Siria no garantiza la tranquilidad de toda región o la culminación de todos los conflictos, pero cuando Assad se ve decidido a concertar la paz directa con Israel sin exigir un adelanto significativo en las negociaciones entre Israel y los palestinos, y sin comprometer en ello a otros países, está proponiendo una paz realista, interesada.
Siria puede proponer una paz como ésta dado que su mapa político de Oriente Medio se modificó; ya no es un país solitario como hace un año. Europa renovó las relaciones y le ofrece un pacto financiero, EE.UU no cesa de golpear a sus puertas y delegaciones americanas se convirtieron en huéspedes oficiales en Damasco. Arabia Saudita le revocó el boicot que mantuvo estoicamente durante cinco años, los países del Golfo, especialmente Qatar, son ahora sus estrechos amigos, y Turquía es un socio invalorable.
La teoría de la soledad siria que Israel y el EE.UU de Bush sustentaron, se evaporó. Siria no necesita del lenguaje altanero de Barak para saber que es "la piedra fundamental" en Oriente Medio. Y hete aquí, una posición de poder político le propone la paz a Israel, con intermediarios o sin ellos.
Pero el cambio en la postura siria no es aceptado por Israel. En su opinión, se trata del mismo Estado sospechoso, liderado por un inmaduro. La paradoja es que justamente con este dirigente, Binyamín Netanyahu desea dialogar en forma directa; esa es la condición previa israelí a toda negociación con Siria.
¿Qué pretende Netanyahu con ese dálogo directo? ¿Mirarle la blancura de los ojos a Assad o explicarle que Israel prefiere, a pesar de todo, una situación sin paz y sin guerra?
Fuente: Haaretz - 1.11.09
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il