¿Porqué justamente la operación "Plomo fundido" le causa tantos problemas a Israel en la arena internacional? La pregunta tiene varias respuestas. Dos de ellas tocan puntos muy sensibles de la esencia israelí y tienen un lugar en el consenso popular.
Es el tiempo, sostiene Binyamín Netanyahu. Si la acción hubiera culminado en pocos días y no se hubiera extendido a 22, no habría provocado una ola de odio como lo hizo. Mientras la operación más se prolongaba, más se iba interiorizando en el cerebro de las personas que la observaban en las pantallas de televisión. Una maniobra militar israelí, debe ser corta; de otra manera nos costará muy caro.
Fueron los temores de Ehud Barak y Gabi Ashkenazi, sostienen ex ministros en el pasado gobierno de Olmert. De acuerdo a sus versiones, el tiempo del operativo no cambió nada, dado que el apoyo brindado por el presidente Bush permitió prolongar la lucha. La versión negativa es la cantidad de soldados muertos en Tzáhal más que cualquier otra consideración. Siendo la perspectiva 0 número de víctimas en nuestras fuerzas, se retrasó todo lo posible el comienzo de la acción, se abrió fuego en forma exagerada frente a cualquier peligro, y desde el instante en que el operativo comenzó se insistió constantemente en llegar a un armisticio.
Lo cierto es que no hubo en Gaza una verdadera contienda. Como testimonio de ello está la diferencia en el número de víctimas: 10 soldados de Tzáhal, cuatro de ellos por culpa de nuestras propias fuerzas. Los palestinos tuvieron entre 1.100 a 1.400 muertos, gran parte de ellos civiles desarmados. Lo que la población en Israel consideró un triunfo, la opinión de otros países lo tomó como el ataque de un ejército moderno, con las técnicas más sofísticadas, sobre una población indefensa.
Me parece que la lección aprendida por Netanyahu es razonable: el tiempo invertido en un operativo militar vale oro y se cobra un precio doloroso. Aún cuando no hubo presión durante la acción, ésta se puso en marcha posteriormente.
Pero el argumento de Olmert también es válido. Algo se descompaginó aquí en los últimos años con relación a la escala de valores y al orden de prioridades:
La integridad física de los soldados pasó a ser más importante que la seguridad de los ciudadanos a los cuales ellos mismos deben defender.
Lo que comenzó inocentemente con la campaña de "las cuatros madres" en favor de la seguridad de los soldados y la retirada del Líbano, se transformó una sensación que acompaña a nuestros oficiales cuando salen al campo de batalla.
Las guerras de Israel se miden con la misma regla con la que se miden los accidentes de tránsito: los logros no valen, tampoco los resultados; sólo las estadísticas; el número de muertos entre nuestras fuerzas.
Varias veces Israel se enfrentó en el pasado a mociones de censura en el ámbito internacional. En todas las oportunidades salimos intactos de ello gracias al veto de EE.UU y al hecho de que no todo el mundo está en contra nuestro.
El problema en esta ocasión es más difícultoso, principalmente por la enorme influencia de los nuevos medios de comunicación en la opinión pública - canales satelitales árabes y sitios de Internet -, y a raíz de la presencia masiva de las organizaciones de derechos humanos y su capacidad para movilizar procedimientos judiciales, acciones de emergencia y resoluciones de gobiernos en el mundo occidental.
No cabe duda que si hubiera actualmente un intento de salida política, la presión sería menor. Pero es ingenuo pensar que negociaciones de paz la evitarían. Los palestinos no renunciarán a desprestigiar a Israel en el ámbito internacional; es el arma más eficiente que poseen.
Fuente: Yediot Aharonot - 19.10.09
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il