La ONU aún no sucumbió al cinismo del odio hacia los judíos en la versión de las expresiones del presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad. El informe sobre la operación "Plomo Fundido" es un clásico del antisemitismo en la concepción del pensamiento liberal.
El liberalismo antisemita se encontró con una comisión que pretendía volver a generar un judío dispuesto a seguir danzando al son de la flauta del amo. Esta vez la función le fue adjudicada al judío sudafricano Richard Goldstone quien colmó todas las expectativas.
¿Qué mejor para un antisemita que un juez judío, sionista y con una hija que vive en Israel? ¡Ideal! Está escrito: "Los padres comieron el agraz, y los hijos sufren la dentera" (Jeremías; 31-29).
Cualquier persona honesta - no los miembros de esa comisión - sabe que Israel deseaba evitar la operación. Las continuas advertencias de Olmert, Barak, Livni y Ashkenazi acerca de los ocho años de disparos de misiles sobre poblaciones civiles en Israel, parecían ya vacías de contenido. Tzáhal fue enviado a la Franja de Gaza cuando se agotaron todas las demás salidas.
En la comunidad internacional existen organismos que solicitan reducir las fronteras de Israel en pro de una conciliación con los palestinos; éste es un difícil pero legítimo debate. No en tanto, las acciones de la Comisión Goldstone constituyen un paso más en el trazado de Ahmadinejad, destinado a sacudir la legitimidad de la existencia del Estado judío. Eso es lo que la hace tan peligrosa que ni siquiera tiene sentido discutir con ella.
Básicamente existe una categoría aún más difícil que la hipocresía de Goldstone, quien colocó al terror palestino en el mismo nivel que el derecho de Israel a su legítima defensa.
El punto de referencia de las leyes internacionales, que nació con buenos propósitos después de la Segunda Guerra Mundial, fue creado para casos en los cuales ejércitos regulares combatieron en frentes bien definidos, y exigió la implantación de las mismas para evitar en el futuro ataques aéreos masivos como los de Londres y Dresden.
Sólo que el carácter de las guerras han cambiado. El terror fundamentalista islámico actúa acorde a las normas vecinales. Convirtió a las poblaciónes civiles en rehenes. Desde su interior disparan misiles pero se defienden con la armadura de una ley internacional irrelevante. Llegará el día que no habrá más remedio que limitarla para no incluir en su marco a organizaciones terroristas.
El problema reside en que el mundo aparentemente ilustrado, nunca se dignará a enmendar una reglamentación que apoya a organizaciones terroristas mientras el afectado sea el pueblo judío. Esto sólo sucederá cuando las grandes potencias estén involucradas en una guerra seria contra el terror.
Este aplazamiento en los ajustes de la leyes internacionales tiene connotaciones absolutamente antisemitas.
Fuente: Israel Hayom - 18.9/09
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il