«Se ha logrado mucho; y falta mucho más por lograr». El resumen de la diputada Dra. Aliza Lavie, del partido Yesh Atid, que encabeza la comisión parlamentaria sobre la situación de la mujer en Israel, combina su satisfacción por los avances logrados en camino a una plena igualdad de género, con la conciencia acerca de los pasos aún no completados.
«En general, puedo decir que estamos en un buen lugar en el medio», comentó al preguntársele cómo ubicaría a la mujer en Israel, en comparación con su situación en otras democracias occidentales.
En una entrevista de cara al Día Internacional de la Mujer, Lavie señaló que probablemente el mayor problema radique en la diferencia entre la legislación («es de las más avanzada del mundo») y su implementación en la práctica. Y uno de los problemas más notorios es la diferencia salarial entre hombres y mujeres en un mismo cargo, que puede llegar a 32%.
Ya en la Declaración de Independencia de Israel de mayo de 1948, se recalca que el Estado de Israel «garantizará completa igualdad de derechos sociales y políticos entre todos sus habitantes, independientemente de su religión, raza o sexo». Las leyes de Israel prohiben explícitamente todo tipo de discriminación de género en el trabajo, pero las diferencias de sueldo son un hecho.
«El derecho al trabajo es indiscutible y reconocido por todos en Israel», escribió la Dra. Ifat Biton, especializada en el tema de igualdad de género. «Pero es necesaria una revolución para garantizar que la igualdad no sea de principio, sino también concreta, en el terreno». En 2012, Israel ocupaba el 11° lugar entre casi 60 países desarrollados en participación de la mujer en el mercado laboral.
Por un lado, continúa registrándose a menudo la mencionada diferencia salarial. Por otro, mujeres han accedido a posiciones de gran importancia en la vida pública israelí. Si bien únicamente la tercera parte de los altos funcionarios en posiciones directrices son mujeres, Israel fue el tercer país del mundo en el que una mujer (Golda Meir) se convirtió en primer ministro.
También hoy hay y hubo antes mujeres en posiciones sumamente destacadas: Karnit Flug, gobernadora del Banco Central de Israel, Dorit Beinisch, ex presidenta de la Corte Suprema de Justicia y Miriam Ben-Porat, Contralora del Estado, por dar algunos ejemplos.
«En la política creo que no hay suficientes, pero en el Parlamento saliente, hemos batido el récord de 27 diputadas», cuenta la diputada Lavie, recordando que ello es mucho menos que lo que se ve en Escandinavia, pero por cierto mucho más que en gran parte del mundo.
En los partidos ultraortodoxos nunca ha habido mujeres por prohibición de sus miembros hombres. Y en las elecciones del 17 de marzo, por primera vez, participa una lista creada exclusivamente por mujeres ortodoxas, que lleva el nombre de Bizjután, que significa «Gracias a ellas», con el agregado de «Mujeres ortodoxas haciendo un cambio».
Aquí reclaman una participación directa en el escenario donde se determinan las cosas, pero hay no poco trabajo a hacer a nivel cultural. Por un lado, hay una creciente apertura en diversos temas en la sociedad ortodoxa israelí, que asciende a aproximadamente al 10% de la población. Por otro, ha habido expresiones muy problemáticas, aunque minoritarias, de parte de márgenes extremos, que hostigaron a mujeres en las calles por vestir «inadecuadamente» o que intentaron prohibirles sentarse en la parte delantera de los autobuses. La manifestación más radical de ello fueron las líneas separadas de autobuses, en zonas de mayor grado de observancia religiosa.
Otro sector femenino dentro de la ciudadanía israelí que lidia con problemas especiales, es el de las mujeres árabes, en las que también hay una creciente apertura en varios aspectos, pero aún complejos desafíos con los que lidiar. Entre ellas se registra el menor índice de mujeres que trabajan.
La diputada árabe Hanín Zoabi de «La lista unificada», dijo que «sólo el 13% de las mujeres árabes que no trabajan, se debe a problemas culturales, mientras que el resto, es porque el Estado no desarrolla para ellas suficientes lugares de empleo». La parlamentaria Lavie respondió que «es muy fácil siempre acusar al Estado, pero se ha hecho mucho, y los problemas culturales continúan jugando un rol preponderante».
Sea como sea, según el anuario 2014 del Centro Ruth y Emanuel Rackman para el Avance del Status de la Mujer, la participación de mujeres israelíes de todas las religiones en el mercado laboral va en constante aumento, aunque entre las árabes y drusas, esta es mucho menor que entre las judías. Cerca de la mitad de las mujeres entre 18 y 64 años de edad que no trabajan, declararon que ello se debe a la necesidad de cuidar a los niños u ocuparse de su hogar. Y el menor índice de desempleo se registra entre las mujeres israelíes de fe cristiana.
Algunos datos más, según la Oficina Central de Estadísticas de Israel, para completar el cuadro general:
- Las mujeres de Israel son más instruidas que los hombres; son la mayor parte de los egresados de estudios de primer y segundo título universitario, pero ocupan solamente el 20% de los cargos de profesores.
- Son casi la mitad de la población, pero menos de la décima parte de los acusados en los tribunales.
- Son casi la mitad de los conductores, pero protagonizan sólo el 11% de los accidentes de tráfico mortales.
- El 86% de las mujeres israelíes dice estar satisfecha con su vida.
- Y algunos promedios: se casan a los 25 años, tienen su primer hijo a los 27 y medio, dan a luz tres hijos, viven hasta casi los 84 años, son más asalariadas que independientes y trabajan en sus empleos 37 horas por semana.
Fuente: El Universal de México