Por primera vez desde el discurso de Bar Ilán en 2009, Netanyahu abandonó oficialmente antes de las elecciones la idea de un Estado palestino. A los árabes israelíes prácticamente los tachó de enemigos cuando el día de los comicios alertó que estaban acudiendo en «masa» a las urnas para, después de todo, ejercer su derecho democrático al voto.
A ello se suma que, haciendo uso de un cliché de la derecha israelí, aseguró que las organizaciones izquierdistas y los gobiernos extranjeros estaban apoyando a los árabes de Israel con ingentes cantidades de dinero.
«Netanyahu tuvo que sacrificar la solución de dos Estados para ganar», señaló el analista politico de «Yediot Aharonot», Nahum Barnea. «Sacrificó su política exterior por una ganancia política interna a corto plazo», agregó.
Según el politólogo Amós Harel de «Haaretz», con el nuevo Ejecutivo de Netanyahu, el gobierno de Estados Unidos apenas se esforzará por resucitar las tratativas de paz fracasadas hace casi un año. «No tocarán el tema. El status quo no va a cambiar», argumentó.
Netanyahu, líder del Likud, irritó considerablemente a Obama, con su discurso ante el Congreso en Washington y su campaña agresiva contra un acuerdo con Teherán por el diferendo nuclear. Y la disputa escalará si se llega a un pacto con Irán.
Si Netanyahu forma tal como está previsto una coalición con los partidos ultraderechistas de Liberman y Bennet y los ultraortodoxos de Deri y Lipman, Israel aumentará su aislamiento internacional. Ya no contará como escudo con diputados moderados como Herzog y Livni.
Herzog dijo en la mañana de las elecciones que el Grupo Sionista seguirá siendo una alternativa a la ultraderecha nacionalista religioso y eso suena a que no integrará de ningún modo un gobierno de coalición liderado por Netanyahu.
Ilán Gilón, veterano miembro de Meretz, advirtió que Herzog no debería bajo concepto alguno formar parte de un ejecutivo racista. «Al contrario; debería aprovechar la gran decepción para construir una opción real fuerte y combativa, que pueda suceder al gobierno e insuflar esperanzas a Israel».
La israelí experta en política, Sima Kadmón, también de «Yediot Aharonot», estimó que Netanyahu formará un «gobierno nacioanalista y aagresivo». En vista de la división dentro de la sociedad israelí y de los muchos problemas sociales, que Bibi no puede ignorar a largo plazo, Kadmón no cree que el primer ministro vaya a agotar la legislatura. «No creo que logre una reconciliación con Estados Unidos y la Unión Europea, sobre todo ahora que dijo no a la solución de dos Estados».
Los israelíes de izquierda y de centro ven la victoria de Netanyahu con consternación, mientras que los palestinos con resignación. El 1 de abril, la Autoridad Palestina (AP) entrará oficialmente a formar parte de la Corte Penal Internacioanal (CPI). Los israelíes temen ser llevados ante los tribunales por acusaciones de crímenes de guerra, como en la reciente guerra contra Hamás en Gaza o por la política de asentamientos.
«Quedó muy claro que no hay interlocutor en Israel para el proceso de paz. Queda claro que ahora la sociedad israelí está a favor de enterrar el proceso de paz, de enterrar la solución de dos Estados», señaló Barnea.
Resumiendo: Un día después de los comicios Netanyahu se encuentra ante un montón de ruinas políticas. Prácticamente quemó todos los puentes con la comunidad internacional e incluso se envalentonó con Obama para conseguir en el último minuto movilizar a su electorado a fin de evitar la derrota que se avecinaba.
Una victoria muy cara con sabor amargo para los israelíes a pesar de la euforia inicial.